En 2001, una jovencísima Paz Vega acudió a la Semana Internacional de Cine de Valladolid para la puesta de largo de 'Solo mía', ópera prima de Javier Balaguer, en la que el cineasta alicantino firmaba un contundente alegato contra el maltrato a las mujeres. Por eso, cuando este sábado se acercó a presentar al festival vallisoletano -fuera de competición- su debut como directora, 'Rita', con el mismo trasfondo, pero visto a través de la inocente mirada de una niña de siete años, presentía que de alguna manera «cerraba un círculo». «'Solo mía' fue la primera película que hablaba abiertamente del tema. Desde entonces creo que algo bueno sí que ha pasado. Ahora como sociedad ya le damos un nombre y lo reconocemos, aunque queda mucho por cambiar». Nos atiende relajada en el hotel 'base' de la Seminci, a escasos metros del Teatro Calderón. Acaba de llegar de Chicago. Está cansada, pero feliz. Ha cumplido un sueño, el de dirigir su propio trabajo, del que también es guionista. «Levantar» 'Rita' ha sido un proceso «largo», pero lo ha disfrutado porque «realmente es lo que me ha gustado desde siempre». «La idea me rondaba desde que pisé por primera vez un set, lo que pasa es que no tenía las herramientas, el conocimiento, y la experiencia que me han dado los años, pero hubo un momento en el que la cabeza me hizo clic y pensé que ya estaba lista para contar algo». Así fue dando vida sobre el papel a 'Rita', en la que la realizadora aborda «desde un lugar luminoso y bonito» una cruda historia poniéndose a la altura de la protagonista, una niña de siete años encarnada por Sofía Apelluz, que presencia cómo su madre, a la que da vida la propia Paz Vega, es víctima de marido impregnado por el machismo de aquellos años 80, donde aún la sociedad veía con rechazo la aprobación de la Ley del divorcio. Fue el 'doble papel' de estar delante y detrás de la cámara lo que costó más a la artista: «Fue muy agotador, y en ocasiones hasta frustrante. Inevitablemente tenía que juzgarme a mí misma y es complicado. No lo volveré a hacer», confiesa, pese a que en el momento del rodaje «sabía que iba a quedar bien porque tenía muy pensado cómo quería que fuera este personaje». También tenía muy pensado el tono que le quería dar a su trabajo, para el que apuesta «por una narrativa más sensorial, más emocional» con el fin de «presentar al espectador algo que le haga conectar automáticamente con su infancia». De su niñez también ha dejado algo en la pantalla. Tiene que ver con su Sevilla natal. «He intentado ser fiel a esas imágenes que yo tenía de pequeña». Preguntada por cómo le condicionó ser madre a la hora de abordar el proyecto, apunta: «Creo que para hacer esta película me ha ayudado más ser hija . No tengo nada que ver con Mary ni con sus circunstancias, pero sí reconozco a mi madre en ciertas cosas de la protagonista. En esas que tienen que ver con no tener otra opción que casarse, ser ama de casa y tener hijos. Mi película también es un homenaje a esas madres que no pudieron elegir otras vidas, a esa generación bisagra que fue la primera que dijo que para sus hijas no querían esto, que había más opciones». Aunque rodar con niños no es tarea sencilla, Sofía Allepuz, al igual que los otros dos pequeños del film -Alejandro Escamilla, que hace de Lolo, el hermano de Rita, y Daniel Navarro, el hijo de la vecina- no se lo pusieron difícil. Paz Vega tenía claro qué es lo que buscaba en la protagonista: «Muchas cosas, pero sobre todo, una mirada en sus ojos, una forma de mirar llena de emociones». « Encontré a la Rita perfecta, pero ya no sólo por su fotogenia increíble, sino porque su mirada traspasaba la pantalla y cualquier silencio ella lo llenaba con los ojos. Sofía tiene un mundo interior y una capacidad de escucha increíbles, es muy madura para lo pequeña que es». No tiene pensado dejar la interpretación, pero admite que «lo que más ilusión» le haría en este momento es «poder dedicarme a escribir y dirigir con una continuidad que me permita vivir». En esta época de bestial producción audiovisual para todo tipo de formatos y plataformas, la veterana actriz y nueva directora sigue viendo el cine como «una válvula de escape, un reflejo en el que mirarnos, aprender, soñar...». «Tú ves una película y te emociona estés en el bando que estés. El arte es lo único que nos puede salvar porque es lo único que nos puede unir».
