Chimy Ávila fue uno de los protagonistas del Osasuna - Betis . Volvía a El Sadar con la camiseta verdiblanca para jugar ante el equipo en el que estuvo cinco temporadas y donde triunfó en España y le tocó marcar cumpliendo la ley del ex. Sin embargo, sorprendió a todos al celebrar su tanto. No por la importancia del gol y del triunfo verdiblancos sino porque lo hacía ante un club del que siempre habló bien. Cuestionado por esta circunstancia, el argentino justificó su alegría sobre el césped y por qué señaló a la grada osasunista con rabia y tenía motivos por los cánticos en su contra que había llegado a escuchar. «Ya saben el cariño y el amor que tengo por esta afición. Es una mezcla de sensaciones. Estoy desilusionado por los pitidos y los insultos, pero entiendo también a la afición. No guardo rencor. Es fútbol. Es el oficio del fútbolista. Me partió el corazón el aullido de muérete cuando uno tiene los hijos en la grada. Si la gente se tomó como celebración pido perdón, pero que me reciban en el estadio así... Yo venía con ilusión toda la semana, inculcando a mis hijas que a papá le iban a aplaudir, pero salieron así las cosas», afirmaba Chimy Ávila. Y es que en enero el argentino pidió con insistencia salir de Osasuna para recalar en el Betis a cambio de cuatro millones de euros más 700.000 en variables y un porcentaje del traspaso de Raúl. Esa presión no le gustó a los dirigentes navarros. Braulio Vázquez, el director deportivo de Osasuna, ya lo dejó claro: «Somos conscientes de que si se hubiese quedado, en julio valdría menos dinero. El club se ha movido bien en este mercado, estamos satisfechos, aunque personalmente no me gustó lo que hizo el Chimy, me pareció lamentable». A partir de ahí el recibimiento de la grada de El Sadar a Chimy no fue amistoso y por ello el jugador respondió con esa rabia cuando anotó el gol tras el remate de Bartra y el rechace de Sergio Herrera.
