Israel amaneció con la resaca de la muerte del líder de Hamás, Yahya Sinwar. Algunos locelebraron, se vio por la televisión, y también los propios telediarios, tan opinativos y patrióticos en Israel, se concentraron en la conmemoración y solo después en la información. También decidieron mostrar las fotografías y los vídeos proporcionados por el Ejército de Sinwar muerto y los últimos minutos del jefe de Hamás herido, luchando contra un dron con un palo. Otros israelíes, como los familiares de los secuestrados, expresaron su preocupación por una posible venganza contra sus seres queridos cautivos y exigieron, una vez más, un acuerdo que los traiga de vuelta. Se calcula que hay 101 secuestrados, de los cuales 35 están muertos. Al tiempo que se informó sobre la muerte de Sinwar, se confirmó la sospecha de que efectivamente se rodeaba de rehenes en su intento por sobrevivir. La inteligencia reveló que se había encontrado ADN de Sinwar en el túnel donde seis rehenes, desnutridos y malheridos, fueron ejecutados a final de agosto. Eran Hersh Goldberg-Polin, Eden Yerushalmi, Ori Danino,Alex Lobanov, Carmel Gat, y Almog Sarusi.
Los soldados que mataron a Sinwar y a sus dos acompañantes pertenecen a la brigada 828 y no forman parte de ningún comando especial. La persecución del cabecilla de Hamás, de casi un año de duración, se había encargado a unidades de operaciones especiales, ingenieros militares y agentes de la agencia, también conocida como Shin Bet o Shabak. Las fuerzas israelíes han estado combinando tecnología con fuerza bruta, también causando un enorme número de víctimas civiles para tratar de lograr el objetivo de acabar con los líderes (lo que sucedió también con el secretario general de Hizbulá, Hasán Nasralá). Pero no daban con Sinwar. Al final, ninguna unidad especial formó parte del escenario en el que murió el jefe terrorista, sino que fueron soldados rasos que operaban en la zona para localizar a miembros de Hamás en general quienes lo mataron.
En la mañana del miércoles, sospecharon que había gente de Hamás acercándose a unos edificios y abrieron fuego. Según informaciones de la emisora pública Kan, se trataba de los dos acompañantes de Sinwar, que le abrían camino. Ambos corrieron hacia un edificio mientras que el otro, Sinwar, corrió buscando refugio en otra edificación. Los soldados dispararon proyectiles de tanque. El portavoz del Ejército, Daniel Hagari, dijo en rueda de prensa que Sinwar alcanzó a subir a la segunda planta del edificio, ya herido sin una mano, sangrando y luchando con un palo contra un dron que inspeccionaba lo sucedido. Los soldados aún no sabían de quien se trataba. Su rostro estaba cubierto con un trapo con el que trataba de ocultar su identidad. Un segundo dron le lanzó granadas. Solo después los soldados que entraron en el edificio, tras desactivar las bombas que en él había, creyeron que ese muerto se parecía a Sinwar y así se lo comunicaron a sus comandantes.
Le tomaron las huellas dactilares en el lugar de la muerte y sí había coincidencia, además del parecido físico, sin embargo había que contrastar el ADN antes de anunciar nada oficialmente. Mientras, los soldados se tomaron también algún selfie que no tardó en hacer su camino y llegar a los ojos de la ciudadanía israelí y del mundo. Desde la oficialidad, se difundió una fotografía del ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el jefe del Estado mayor, Hezi Halevi, en helicóptero de camino a recoger el cadáver.
El cuerpo fue transportado al centro de medicina forense de Abu Kabir en el centro de Israeldonde se analizó su ADN. Las autoridades conservan muestras del AND de Sinwar, quien pasó 22 años de su vida en cárceles del país, donde aprendió hebreo, estudió sobre la sociedad israelí e incluso fue operado de un tumor celebral. En su cuerpo se encontraron varios pasaportes falsos, 40.000 shékels (9.700 euros), granadas, pañuelos de papel, caramelos Mentos, una pistola. Y el portavoz militar aseguró que esos hallazgos prueban que su intención era huir.
No hay consenso sobre qué es lo que realmente significa este asesinato para el curso de la guerra que Hamás empezó hace poco más de un año, la guerra que Sinwar y el también difunto Mohamed Deif, planificaron durante largo tiempo y comandaron. Sobre la pregunta de la sucesión, el estamento de seguridad israelí no sabe si el próximo líder -y hay varios candidatos- querrá pactar un acuerdo o luchar hasta la muerte, como Sinwar. Tampoco es seguro que un nuevo jefe sepa dónde están los rehenes, probablemente estén repartidos en diferentes lugares de la franja, ni evitar la anarquía en el territorio.
Una fuente de seguridad informó a la emisora pública Kan que, los sucesores potenciales, han indicado que adoptarían una línea radical e inflexible, necesaria, a su juicio, para reforzar su posición dentro de la organización.
Sobre los rehenes, no hay noticias. Durante meses se ha acusado tanto a Sinwar como al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de obstaculizar cualquier acuerdo. Y en los últimos tiempos, Sinwar incluso cortó contacto con el mundo exterior cuando parecía que Israel estaba a punto de entrar en una guerra regional con Hizbulá e Irán. Según analistas, esperando que sucediera exactamente eso. Sinwar tenía aún menos interés que Nentayahu en devolver a los rehenes y mucho interés en que escalara. Hay analistas políticos en Israel que aventuran que la muerte de Nasarlá y Sinwar podrían hacera Irán querer llegar a un acuerdo con Israel. Sin embargo, los que no parecen flexibles son los israelíes. Tras la muerte de Sinwar, desde Gallant hasta Benny Gantz aseguraron que las operaciones militares no han concluido. Sin embargo, aún sería posible que Netanyahu declarara su “victoria total” tras la muerte de todos los líderes enemigos. Y, con la incorporación a su gobierno el mes pasado de Guideon Saar, del partido Nueva Esperanza, podría relajar sus términos y lograr la tan ansiada, para una gran parte de la sociedad israelí, liberación de los rehenes. Un 53% de ciudadanos, según el Instituto de la Democracia de Israel, cree que el objetivo prioritario de la guerra debería ser un acuerdo para la liberación de rehenes, no la victoria total sobre Hamás. EE UU también cree que la caída de Sinwar abre una puerta a la negociación política y la paz.