La sonda Europa Clipper de la NASA navega ya hacia esta luna de Júpiter donde investigará si su océano subterráneo podría tener condiciones para albergar vida, pero también lleva a bordo algunos mensajes muy especiales de la humanidad
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La sonda Europa Clipper de la NASA vuela ya con destino a Júpiter, donde está previsto que llegue en abril de 2030 tras despegar este lunes a bordo del cohete Falcon Heavy de SpaceX. La nave espacial viajará 2.900 millones de kilómetros con el objetivo de estudiar si el enorme océano subterráneo de una de sus lunas, Europa, tiene condiciones para albergar vida.
Europa tiene un tamaño similar al de nuestra Luna, pero bajo el hielo de su superficie alberga un enorme océano salado con más agua que todos los océanos de la Tierra juntos. La información obtenida en la década de 1990 por la misión Galileo de la NASA mostró la existencia de esta masa acuática con más detalle y los científicos han encontrado pruebas de que Europa puede albergar compuestos orgánicos y fuentes de energía bajo su superficie.
Si todo sale como está previsto, en 2031 la sonda comenzará a realizar sobrevuelos alrededor del satélite y se acercará a 25 kilómetros de la superficie. La nave está equipada con nueve instrumentos científicos y un experimento de gravedad, que incluye un radar que penetra el hielo, cámaras y un instrumento térmico para buscar áreas de hielo más cálido y erupciones recientes de agua. Según la NASA, es el conjunto de instrumentos científicos más sofisticado que la agencia ha enviado jamás a Júpiter.
La placa combina lo mejor que la humanidad tiene para ofrecer en todo el universo: ciencia, tecnología, educación, arte y matemáticas
Pero, como advierte Jordan Evans, gerente de proyectos de NASA JPL, este lanzamiento no es solo el siguiente capítulo en nuestra exploración del sistema solar, sino algo más. “Es un salto hacia el descubrimiento de los misterios de otro mundo oceánico, impulsado por nuestra curiosidad compartida y la búsqueda continua para responder a la pregunta: ¿estamos solos?”, asegura. Porque, en su interior, la sonda Clipper contiene algunos mensajes que siguen la filosofía de las viejas misiones Pioneer y Voyager, enviadas en las décadas de 1960 y 70 a los confines del cosmos con la intención de comunicar a otras civilizaciones nuestra existencia.
Siguiendo el espíritu del Disco de Oro de las sondas Voyager, Europa Clipper contiene una placa con una serie de mensajes que pretenden despertar la imaginación y ofrecer una visión unificadora de la humanidad. Un elemento central es el microchip de silicio con más de 2,6 millones de nombres enviados por el público, insertado en una ilustración de una botella en medio del sistema joviano, una referencia a la campaña Mensaje en una botella con la que la NASA invitó al público a enviar sus nombres con la nave espacial.
Es un salto impulsado por nuestra curiosidad compartida y la búsqueda continua para responder a la pregunta: ¿estamos solos?
Para el panel principal, un equipo de lingüistas recopiló grabaciones de la palabra “agua” hablada en 103 idiomas de todo el mundo y convirtieron los archivos de audio en formas de onda (representaciones visuales de ondas sonoras) que se grabaron en la placa. Todas estas formas de onda irradian desde un símbolo que representa el signo de “agua” del lenguaje de signos estadounidense.
Junto a este panel de palabras humanas, la placa presenta el poema “Elogio del misterio: un poema para Europa”, escrito a mano por la poeta laureada estadounidense Ada Limón. “Lo que nos une no es la oscuridad, ni la distancia fría del espacio —dicen sus versos—, sino la ofrenda del agua, cada gota de lluvia”.
Como la búsqueda de condiciones habitables es fundamental para la misión, la ecuación de Drake también está grabada en la placa, en el lado interior. La ecuación, desarrollada por el astrónomo Frank Drake en 1961 para estimar la posibilidad de encontrar civilizaciones avanzadas más allá de la Tierra, ha inspirado y guiado la investigación en astrobiología y campos relacionados desde entonces.
En el lado interior de la placa se incluye una referencia a las frecuencias de radio consideradas plausibles para la comunicación interestelar, que simbolizan cómo la humanidad utiliza esta banda de radio para escuchar los mensajes del cosmos y un homenaje al científico planetario Ron Greeley. Estas frecuencias particulares coinciden con las ondas de radio emitidas en el espacio por los componentes del agua y los astrónomos las conocen como el “pozo de agua”. En la placa, se representan como líneas de emisión de radio.
Todos los mensajes contenidos en Europa Clipper giran en torno a la conexión a través del agua, esencial para todas las formas de vida tal como las conocemos, algo que “ilustra perfectamente el vínculo de la Tierra con este misterioso mundo oceánico que nos proponemos explorar”, según Lori Glaze, directora de la División de Ciencias Planetarias en la sede de la NASA en Washington. “La placa combina lo mejor que la humanidad tiene para ofrecer en todo el universo: ciencia, tecnología, educación, arte y matemáticas”, asegura.
Para Carlos Briones, investigador del Centro de Astrobiología (CAB-INTA-CSIC), el lanzamiento exitoso de esta misión ha sido un auténtico hito. “En esta misión tenemos muchas esperanzas depositadas los que trabajamos en exploración espacial, en astrobiología, en la búsqueda de otras vidas en el universo, porque sabemos que hay actividad volcánica en el fondo de ese océano, surgencias hidrotermales submarinas que probablemente están aportando energía y reacciones químicas que podrían haber dado lugar a la vida o, quién sabe, quizá lo hagan en el futuro”, explica.
Nos pone en el lugar de ser miembros de una civilización que quiere dar muestras de su existencia, de ir más allá de los límites de su planeta
En su opinión, lo más atractivo de esta misión desde el punto de vista simbólico son sus mensajes. “Es un poco heredera de las Pioneer y las Voyager, y eso siempre nos emociona mucho, porque nos pone en el lugar de ser miembros de una civilización que quiere dar muestras de su existencia, de ir más allá de los límites de su planeta”, asegura Briones. “Vamos en busca de vida en un satélite lleno de agua en forma de hielo y estamos diciendo cómo pronunciamos en nuestro planeta la palabra agua”, destaca. “No se me ocurre nada más simbólico y elegante”.
“En el sentido más estricto esta misión no llega al nivel de las Pioneer y las Voyager, porque no van más allá del sistema solar, no va afuera, y de hecho acabará estrellándose contra Ganímedes más allá de 2034 más o menos”, opina el astrofísico canario Daniel Marín, experto en exploración espacial. “Pero sí es cierto que tiene una serie de mensajes con referencias más artísticas y más trascendentes”, admite.
Hace mucho que sabemos que Europa es nuestra mejor oportunidad de buscar otra vida en el sistema solar
“Hace mucho que sabemos que Europa es nuestra mejor oportunidad de buscar otra vida en el sistema solar”, añade la arqueóloga espacial Alice Gorman a elDiario.es. “Estamos enviando una mensaje muy humano a Júpiter con ese poema en el que el protagonista es el agua”, opina. Y recuerda que para los amantes de la ciencia ficción también es un momento muy cargado de significado, porque en la película “2010: Odisea dos” los alienígenas lanzan un misterioso mensaje a los humanos: “Todos estos mundos son para vosotros excepto Europa. No intentéis aterrizar allí”.
Para Briones, escuchando el poema seleccionado por la NASA para enviar a esta luna de Júpiter quedan pocas duda de que los científicos, los tecnólogos y la gente implicada en general en esa búsqueda de vida más allá de nuestro planeta tienen su corazoncito poético . “Y es una muestra de que las ciencias, las artes y las humanidades no están separadas como muchos pretenden”, concluye. “Los buscadores de emociones y misterios somos todos los humanos”.
Arqueados bajo la tela nocturna teñida
de una expansividad negra, señalamos
los planetas que conocemos, fijamos
sueños apresurados a los astros. Desde la tierra,
leemos el firmamento como si fuese un libro infalible
que cubre el universo, experto y evidente.
Aún así, nuestro cielo encubre misterios;
la canción de la ballena, la ave que gorjea
su canto desde la rama de un árbol sacudido por el viento.
Somos criaturas de asombro persistente,
curiosas ante la belleza, la hoja y la flor,
ante el duelo y el placer, el sol y la sombra.
Y lo que nos une no es la oscuridad,
ni la distancia fría del espacio, sino
la ofrenda del agua, cada gota de lluvia,
cada arroyo, cada latido del pulso, cada vena.
Oh segunda luna, nosotres, también, somos
de agua, de mares vastos que invitan.
Nosotres, también, estamos hechos de maravillas, de amores
grandes y ordinarios, de mundos invisibles y diminutos,
del menester de lanzar un llamado por las tinieblas.