Castrillo de los Polvazares es una pequeña aldea en la provincia de León que se caracteriza por su pasado histórico y su belleza inigualable. Con su arquitectura tradicional, suelos empedrados y ambiente de otro siglo, este pintoresco pueblo, situado en la comarca de la Maragatería, parece haberse detenido en el tiempo. Las casas que construyó, hechas de piedra roja y con ventanas y puertas pintadas de verde, son una muestra viva de su extensa historia, que fue marcada por los arrieros, comerciantes que en el pasado viajaban entre León y Galicia.
Los arrieros eran transportistas de mercancías que en su mayoría llevaban pescado desde Galicia hasta la Meseta y devolvían otros productos. Debido a su ubicación estratégica en el Camino de Santiago, Castrillo de los Polvazares fue un punto importante para estos comerciantes. Las casas maragatas típicas de este pueblo tienen puertas amplias y espaciosas patios interiores para albergar tanto a los animales como a las mercancías, reflejando la necesidad de acomodar los carros de los arrieros.
El diseño de las viviendas con gruesos muros de piedra estaba destinado a proteger a los residentes del clima severo de la región. Los inviernos fríos y los veranos calurosos no podían entrar fácilmente en estas estructuras, manteniendo una temperatura estable dentro. Además, en algunas de las casas todavía se pueden ver los escudos familiares sobre las puertas, que son un símbolo del linaje de los arrieros y del orgullo por su trabajo.
Al caminar por las estrechas calles de Castrillo de los Polvazares, el visitante se adentra en una época pasada. La estructura del pueblo ha sido casi completamente preservada, y sus principales vías, como la calle Real, mantienen su carácter histórico. La vía que atraviesa el pueblo es un elemento clave del Camino de Santiago y solía ser el camino por el que transitaban los carros que transportaban productos.
El empedrado irregular de las calles le da un toque rústico y genuino. Las puertas y ventanas verdes contrastan con los tonos rojizos de las piedras de las casas, y el cielo azul de la zona crea una imagen que parece sacada de un cuadro. Los visitantes, caminantes y peregrinos del Camino de Santiago se encuentran con un lugar que parece inmune al paso del tiempo, donde cada rincón cuenta una historia diferente sobre los arrieros y su forma de vida.
Actualmente, Castrillo de los Polvazares sigue siendo un destino popular para los peregrinos que viajan por el Camino de Santiago. Muchos peregrinos atraviesan el antiguo puente, que cruza el río Jerga, antes de enfrentar las últimas etapas de su peregrinaje a Santiago de Compostela. Este pequeño pueblo es un lugar perfecto para descansar y pensar después de un viaje, donde los peregrinos pueden disfrutar de la tranquilidad y la hospitalidad de sus habitantes.
El pueblo tiene un ambiente tranquilo y atemporal, lo que permite a los visitantes desconectar del ritmo frenético del mundo moderno. Al caminar por sus calles, se siente una paz que solo un lugar tan lleno de historia puede brindar.
La gastronomía de Castrillo de los Polvazares es uno de sus aspectos más atractivos. Los visitantes pueden disfrutar del cocido maragato, que se ha convertido en una de las señas de identidad de la región. Este cocido, que se sirve "al revés" (primero las carnes, luego los garbanzos y las verduras, y luego la sopa), es una receta ancestral que todavía se prepara en los restaurantes locales.
Además de la comida, las festividades y las tradiciones locales mantienen viva la cultura local. A pesar de su escasa población, Castrillo de los Polvazares sigue siendo un lugar de reunión para maragatos de toda la zona, quienes con orgullo celebran su herencia.
