Puedes verlos deambular hasta llegada la noche , son esos individuos que un dedo invisible los señala, al final se resignan y vuelven a casa a dormir. Ahora imagina que eres una de esas personas y a la mañana siguiente abres los ojos. Notas que, a lo largo, tus piernas hacen tope y no puedes estirarlas, puedes optar por doblarlas o apoyar ambos talones sobre el muro formando un curioso ángulo con tu cuerpo. Como un reloj que marca las dos menos cuarto. Mientras que a lo ancho tus codos quedan encajados en un enrejado que hace de pared. Esta es tu nueva casa y la vista no te engaña. Cuando intentas erguirte, pero no pararte porque el espacio lo impide, puedes ver que de ese mismo enrejado pende una bolsa de plástico con ropa, unas naranjas en una balda minúscula a un lado, un ventilador a los pies de tu cama y un pequeño televisor si tienes suerte. Son todas tus pertenencias resumidas en un cubículo . No hay nada más. Y sin darte cuenta el olor a metálico y el chasquido de una cerveza a medio abrir se cuelan por el enrejado. Es tu vecino que está a tiro de piedra. Vives en lo que llaman una casa ataúd con vecinos arriba, abajo y en tus flancos. Son jaulas apiladas como literas con inodoros sucios y una cocina que puede hacer las veces de lavabo. El perfecto hogar para entrar a malvivir con chinches y ratas incluidas. La dignidad se reduce a una cuadrícula que fuerza el espacio. El propietario ha dividido un apartamento en nanopisos para todo el que pueda pagarlo. Una pesadilla sin espacio personal que en verano se convierte en una olla a presión sofocante. Y en una esquina como toque final a la decoración descubres una pegatina de Mr. Smile que te indica que hoy puede ser un buen día en esta 'cárcel' de puertas abiertas . Así están las cosas para muchos habitantes de Hong Kong. Y nada de esta descripción está cargada de un exceso de imaginación. Angela Lui, miembro de la Sociedad para la Organización Comunitaria (SoCO), confirma esta realidad a ABC porque la conoce de primera mano. «Es desgarrador ver a los residentes perder la esperanza en la vida debido a que han residido en jaulas durante tanto tiempo . Y como han estado tan acostumbrados a un entorno tan duro se puede ver que han hecho concesiones en cuanto a sus necesidades básicas de vivienda», afirma Lui. Incluso las llaman casas para perros , y pueden tener entre 1,3 y 1,7 metros cuadrados. Y «el alquiler por metro cuadrado puede rondar los 140 HKD, que es el más alto entre todos los tamaños de viviendas de la ciudad, incluso más alto que el de las casas de lujo », explica Lui. En términos de metros cuadrados, estos alquileres superan los de algunas mansiones de los más exclusivos distritos. Los ocupantes de estas cajas de zapatos pueden ser jubilados y trabajadores que viven al día . Pero lo cierto es que puedes ver también a adolescentes. Lui ha visitado casa por casa y nos explica que según el Informe del Grupo de Trabajo para el Estudio sobre el Control de Arrendamiento de Unidades Subdivididas, en 2020, había en Hong Kong 1325 casas-jaula (incluyendo espacios para dormir y cápsulas espaciales). No existen estadísticas oficiales sobre la población de casas-jaula, pero SoCO estima que alrededor de 10.000 personas ocupan estas viviendas . Hong Kong es la ciudad más cara del mundo en términos de coste de vida, y una en las que hay mayor desigualdad. Al tiempo que es uno de los lugares más densamente poblados del mundo , con más de 6.700 habitantes/km2. La escasez de viviendas es un problema persistente y el aumento de los alquileres es rampante. El lema de estas unidades subdivididas en jaulas es: «Unidad pequeña, alquiler caro». Es más por este problema de espacio que vive Hong Kong se ha llegado a plantear los OPods. Un prototipo de apartamento pequeño construido en una suerte de tuberías de hormigón como las que se emplean para el drenaje del agua. Los fabricantes de este producto no suelen usar todas las tuberías que producen. Y este espacio puede incluir muebles, ducha, cocina y cama. Su coste es reducido y tienen 2,5 metros de diámetro y un poco más de 9 metros cuadrados. Pese a ello para muchos sería un lujo que no pueden permitirse. Pensemos que un apartamento de más de 35 metros cuadrados se puede dividir para albergar casi 20 casas jaula. El inquilino puede verse obligado a trasladarse en cualquier momento porque su jaula ha pasado a ser de otro. Muchos de ellos viven en estos lugares debido a que están a la espera de una vivienda pública que puede tardar en llegar más de seis años . En estos espacios sin privacidad la salud mental y la seguridad es un reto , aquí no hay puertas y no sabes quien puede tocarte como vecino. Lui nos relata que los habitantes de estas casas ataúd pueden ser obreros con largas jornadas laborales , pero con salarios bajos. «Frente a los alquileres irrazonablemente altos de la ciudad, los trabajadores pobres no tienen otra opción que quedarse en un lugar tan indecente. Y en el caso de los jubilados, la mayoría eran trabajadores poco cualificados, con ingresos que sólo alcanzaban para cubrir sus gastos del momento». Detalla que la falta de ahorros conduce a problemas financieros después de la jubilación. «Peor aún, en Hong Kong no existe una protección integral para la jubilación; los ancianos desfavorecidos podían recurrir a la Prestación de Vejez o a la Prestación Integral de Seguridad Social. Pero ninguno de estos planes les permite vivir dignamente, por lo que tienen que quedarse en las casas jaula», señala Liu. Lui explica que las casas jaula están reguladas por la Ordenanza de Apartamentos con Espacio para Dormir , sin embargo su alcance es insuficiente y no puede mejorar el nivel de vida de estas viviendas. Por eso SoCO aboga por una intervención más fuerte para que el alquiler vuelva a un nivel razonable. La disminución de la demanda conduciría eventualmente al fin de las casas-jaula y aumentaría la oferta de viviendas decentes. Y si bien Lui señala que el gobierno está trabajando en una regulación más estricta, también indica que no hacer cumplir la actual ley da como resultado más casas jaula ilegales. Mientras en estos habitáculos el reloj avanza, pero el tiempo parece estancado . Es curioso ver que en muchos de estos enrejados pueda verse colgando un calendario para recordarte que cada día será igual que el anterior. Y aunque los residentes los tachen con rojo, para ellos este es un sueño muy real del que están lejos de despertar.