Algunas
comunidades de vecinos son un auténtico polvorín. Mientras que en muchas de ellas reina la paz y la tranquilidad, y tan solo deben verse las caras cuando toca la tradicional reunión de escalera, otros convierten el portal en una trinchera. Sobre todo cuando lo que pasa en casa del vecino
interfiere en nuestras horas de sueño.
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