Como es habitual, el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional se plantea caliente. Y no por la temperatura, pues la previsión es de frío y mucha lluvia (lo que amenaza la pasada de los aviones). Lo será por los ya clásicos abucheos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que llega a esta celebración tras una serie de cesiones a independentistas y nacionalistas que han soliviantado a los ciudadanos. Y no solo eso, pues también le rodean tanto la investigación a su mujer como las recientes informaciones relacionadas con el «caso Koldo» y que le salpican tanto a él como a miembros de su Gobierno y partido. Así que todo apunta a que no tendrá un acto tranquilo pese a que trate de pasar desapercibido, como en los últimos años, provocando incluso que los Reyes tuvieran que esperar. Solo el mal tiempo podría rebajar los abucheos ante la posibilidad de que muchos ciudadanos no acudan. De nuevo, se parapetará en una ubicación que en cierto modo le encapsula (la Plaza de la Lealtad, junto a la fuente de Neptuno), pero que no evitará que escuche las protestas de los asistentes.
Pero además de ese componente político que rodea a la parada militar, el acto central de esta celebración incluye novedades destacadas. Las principales: que por primera vez desde 2010 un presidente de la Generalitat, Salvador Illa, acude al desfile, y que será la segunda ocasión en la que la Princesa Leonor asista con uniforme militar, en este caso con el de la Armada, como la guardiamarina de primero Borbón Ortiz. Su padre, Felipe VI, también entra en esas novedades, pues por primera vez dos banderas llegarán desde el cielo portadas por paracaidistas: la de España y la conmemorativa del 10º aniversario de su proclamación.
Y en el asfalto, más novedades, porque esta edición homenajeará tanto a las fuerzas de disuasión de la OTAN en el Flanco Este frente a Rusia como a la misión de la ONU en Líbano. Por ello, por las calles de Madrid desfilarán las banderas de Eslovenia, Portugal, República Checa y Eslovaquia, países que forman parte del batallón terrestre de la Alianza en este último, el cual lidera España. Junto a ellas, la de Naciones Unidas, en homenaje a los 670 cascos azules españoles desplegados en Líbano en medio del fuego cruzado entre Israel y Hizbulá y que están a la espera de una decisión sobre su futuro.
Por último, también habrá ausencias, como las de muchos de los grandes carros de combate y armamento pesado. Y es que en esta ocasión los ciudadanos no podrán ver blindados como los «Leopardo 2E» que sí participan otros años (sobre góndolas) y, por ejemplo, estuvieron en Oviedo en mayo, en el Día de las Fuerzas Armadas sobre el asfalto. Tampoco desfilarán los «Pizarro» o los «Castor». Ni habrá obuses autopropulsados.
En su lugar, más vehículos ligeros o un camión lanzapuentes y la presencia por primera vez de dos camionetas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
El resto del guion será, en principio, el de siempre. Todo arrancará a las 11:00 con la llegada de los Reyes y la Princesa. Tras los saludos protocolarios y una vez en la tribuna, verán desde el cielo la llegada de las dos banderas, izándose la de España para, acto seguido homenajear a los que dieron su vida por España y ver una primera pasada de la «Patrulla Águila» pintando los colores de la enseña nacional.
A partir de ahí, si la lluvia lo permite, pasarán 85 aeronaves y helicópteros. Tras ellos, 166 vehículos y motos y más de 4.000 militares. Entre ellos, con los legionarios estará «Killo», su mascota, un borrego de seis años.
Con el paso de las últimas unidades se cerrará este acto central y las autoridades se dirigirán a la recepción en el Palacio Real. Y Sánchez, como es habitual, abandonará la zona entre abucheos de los ciudadanos que hayan aguantado la lluvia.