José Antonio Giacone Garita es un poco tacaño con su sonrisa.
Su rostro es adusto, serio. Este miércoles sonrió tres veces en una hora. Dos de ellas, imperceptibles; la tercera, más elocuente.
El momento más humano fue cuando recordó que tuvo un negocio de pizzas en Buenos Aires. También, recién llegado a Costa Rica puso una soda en el centro de la capital, pero no vendía nada. Por eso, se le ocurrió llevar sus productos a la calle, como vendedor ambulante.
Visitaba los comercios aledaños, en la forma más empírica de mercadear su pequeño restaurante. Logró su cometido. La sodita comercializaba 60 almuerzos diarios.
Eran sus primeros días en Costa Rica, luego de dejar Argentina para probar fortuna.
Giacone es hijo de un argentino y de una costarricense, María Garita.
Otra sonrisa asomó al recordar que Carlos Santana lo contactó para un proyecto de visorías en Saprissa. Allí empezó su peregrinaje por el fútbol tico.
El técnico es un poco huraño y de pocas palabras; siempre va al grano.
Pelo bien recortado, orejas puntiagudas, una pequeña barba combinaba de negro y blanco, enmarcan su seriedad. Tan solo el jeans y la camiseta negra insinúan un poco de informalidad en el recién presentado estratega.
Su carácter serio es una herencia de haber recibido entrenamiento militar durante 14 meses. “La pasé bastante duro”, comentó.
El estratega mide cada palabra que pronuncia. No es de encender petardos, como otros colegas. Pero mencionó valores que le sacarían una sonrisa, aunque sea tenue: por ejemplo, la lealtad, el carácter y la entrega.
Tampoco -acotó- es de poner excusas cuando el camino del fútbol se pone tortuoso.
Giacone se fue de Saprissa porque había “tocado techo”. Así de prudente es para referirse a la oportunidad que se le negó en su momento. Se marchó, pero siempre tuvo la ilusión de dirigir a los morados.
“Estoy en el mejor momento de mi carrera. “
Estoy preparado para el reto”: dirigir a un Saprissa dubitativo, en este momento.
Le gusta que los jugadores trabajen duro, que lleguen temprano a los entrenamientos y que se cuiden en su vida personal.
Si logran su cometido, es posible que Giacone vista de chef y les cocine pizza a sus dirigidos.