Tengo una costumbre. Cuando el
Barça presenta un fichaje y
Joan Laporta le regala el carnet, me fijo en el número de socio que le corresponde. Los tres últimos fueron
Vitor Roque (enero), socio
147.522;
Dani Olmo (agosto), socio
151.199; y
Wojciech Szczesny (octubre), socio
152.344. Viendo esta progresión, el ritmo de nuevos socios parecía que iba viento en popa. A velocidad de 5.000 socios en 10 meses. A 500 altas al mes. Pero, oh sorpresa, el pasado lunes el
Barça dio a conocer, finalmente, el número de socios a 30 de junio y –ojo al dato– es de
133.164 socios. O, lo que es lo mismo, el censo actualizado ha dado una foto muy cruda de la realidad. El
Barça ha perdido la friolera de
14.338 socios. Casi
15.000 socios menos de golpe y, casi, no es ni noticia en los periódicos. Es una crisis social tremenda. Solo en tiempos de la Guerra Civil, el club había padecido un bajón relativamente comparable. Y entonces había un motivo evidente, de fuerza mayor. Ahora, el Covid (las muertes, el haber perdido el hábito de ir al fútbol…) puede ser parte de la causa del milenario número de bajas neto, pero hay que saber por qué está pasando algo tan grave.
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