X y Telegram acatan las órdenes judiciales para zanjar sus conflictos con Brasil y Francia, marcando un precedente en el duelo entre las grandes tecnológicas y los poderes nacionales
Telegram cambia sus políticas para incluir que colaborará con las autoridades en la investigación de delitos
Son dos capitulaciones totales. Elon Musk se rinde sin condiciones en Brasil y Pável Dúrov ante Francia, e indirectamente ante el resto de países que trataron de impedir que su negativa a colaborar con la justicia quedara impune, como España. Los dos milmillonarios apostaron a que sus plataformas digitales globales podían sobreponerse a las fuerzas de los poderes estatales nacionales. Los dos han reconocido su derrota esta semana.
La red social X, antes conocida como Twitter, ha comunicado esta semana a la Corte Suprema de Brasil que acepta pagar la totalidad de las multas que le fueron impuestas por el máximo tribunal para que este levante su veto para operar en el país, han revelado fuentes oficiales. Es la enésima cesión de Musk ante Brasil, después de que este aceptara bloquear las cuentas acusados de violar las leyes contra la desinformación (lo que desató el conflicto en primer lugar) o aceptara volver a nombrar un representante legal en el país (tras retirarlo en protesta por las decisiones judiciales).
Musk no ha comentado nada sobre el asunto en X. El silencio del magnate contrasta con la campaña internacional que desencadenó contra el juez Alexandre de Moraes por ordenar su cierre el pasado 31 de agosto. Moraes, responsable de la Corte Suprema, coordina una investigación a gran escala contra la desinformación y los delitos de odio que parte del asalto de la ultraderecha brasileña contra las instituciones democráticas Brasilia de enero de 2023.
El intento de golpe fue similar al ocurrido en 2020 en Washington, cuando se viralizó el bulo del pucherazo electoral sobre la supuesta vitoria de Donald Trump que hizo que sus seguidores atacaran el Capitolio. La misma narrativa se distribuyó en Brasil en contra de la derrota de Jair Bolsonaro, otro de los líderes de extrema derecha con los que Musk se ha formado una alianza en los últimos meses. “Se merece ir a prisión por sus crímenes”, llegó a decir el empresario sobre Moraes: “No hay duda de que participó en la interferencia electoral en Brasil a gran escala”.
Si Musk ha acatado en silencio las reclamaciones de Brasil, Pável Dúrov ha tenido que adoptar la estrategia contraria. El fundador de Telegram se ha visto obligado a enviar este miércoles un mensaje a través de su canal oficial en la plataforma para explicar que sus “principios básicos no han cambiado”. “Puede que mi anterior post pareciera anunciar un cambio importante en el funcionamiento de Telegram. Pero en realidad, poco ha cambiado”, ha defendido.
El anterior post de Dúrov se produjo la semana pasada y anunció un cambio en su política de privacidad para incluir que colaborará con las autoridades en la investigación de delitos. “Siempre que recibíamos una solicitud legal debidamente formada a través de las líneas de comunicación pertinentes, la verificábamos y revelábamos las direcciones IP/números de teléfono de criminales peligrosos. Este proceso se había puesto en marcha mucho antes de la semana pasada”, ha asegurado el empresario de origen ruso.
La modificación, pese a la declaración de Dúrov, sí incluye cambios clave. Hasta la semana pasada la política de privacidad de Telegram explicaba que solo se pondrían a disposición de los jueces los datos de “sospechosos de terrorismo”. “Hasta ahora, esto nunca ha ocurrido”, presumía el documento, algo que contradice lo expresado por su fundador en su último mensaje, quien afirma que la plataforma ha revelado a las autoridades información personal de sus usuarios “desde 2018”. O Telegram mentía a sus usuarios en su política de privacidad o los datos que da ahora Dúrov no son ciertos.
No obstante, lo esencial de la nueva redacción es que no hace distinciones ni entre “criminales peligrosos”, como dice el mensaje de Dúrov, ni con terroristas, como expresaba el anterior texto. “Si Telegram recibe una orden válida de las autoridades judiciales pertinentes que confirme que eres sospechoso en un caso relacionado con actividades criminales que violen los términos de servicio de Telegram, realizaremos un análisis legal de la solicitud y podremos revelar tu dirección IP y número de teléfono a las autoridades”, avisa ahora el documento.
En los términos de uso de la plataforma se incluyen prohibiciones amplias como “participar en actividades reconocidas como ilegales en la mayoría de los países”, lo que se aleja de los delitos graves que da a entender Dúrov. En España, por ejemplo, la Audiencia Nacional llegó a ordenar el bloqueo cautelar de Telegram por su negativa a suministrar datos sobre supuestas violaciones de derechos de autor cometidos a través de su servicio.
Los casos de X y Telegram habían sido paradigmáticos por varias razones. Por un lado, es la primera vez que un país fuerza la claudicación tan rápida de un servicio digital global que se ha negado a acatar la decisión de sus autoridades. Lo más habitual es que estos bloqueos de servicio duren años o sean permanentes, como le ocurre a la propia X en China, Rusia, Irán o Venezuela.
La detención de Dúrov en París a finales de agosto también fue inédita. Nunca antes se había arrestado al responsable de unan gran plataforma como Telegram, de cerca de 1.000 millones de usuarios, ni se le había considerado “cómplice” de los crímenes que se cometen en su negocio. Tanto Francia como Brasil se expusieron a la crítica internacional por estas decisiones.
Pero aunque sus dos dirigentes son ejemplos de magnate tecnológico (Musk tiene una fortuna de unos 250.000 millones de euros y Dúrov, de 15.000 millones, según Forbes) sus plataformas no son las más preparadas para soportar medidas coercitivas por parte de los estados. Los ingresos de X están en mínimos históricos tras la huida de anunciantes por el comportamiento de Musk, mientras que Telegram nunca ha sido rentable. Según ha revelado el Financial Times, la empresa saca más con su criptomoneda que con el servicio de mensajería.
Esto las hace mucho más vulnerables que grandes tecnológicas como Meta o Amazon a un veto total en el mayor mercado de América Latina, como en el caso de X, o a la detención de la persona que financia sus operaciones y sus constantes pérdidas, como le ha ocurrido a Telegram.