Su empresa la había citado incialmente para reincorporarse a su puesto de trabajo en el servicio de limpieza de un colegio de Pamplona
María Elena había sido citada este miércoles por la tarde en el colegio Mendigoiti, situado en el barrio pamplonés de Mendillorri, para reincorporarse a su puesto de trabajo en el servicio de limpieza tras llevar un año de baja. Con una discapacidad reconocida por el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea del 49% que la obliga a desplazarse en silla de ruedas. María Elena había reclamado sin éxito al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) que le concediese la incapacidad permanente, lo que la obligaba a volver a su puesto de trabajo. Pero a primera hora de la tarde, cuando ya se estaba preparando para acudir al colegio, ha recibido un mensaje de la empresa Zaintzen en el que le han comunicado que “queda eximida” de acudir a su puesto de trabajo hasta que la empresa no reciba el informe de aptitud laboral.
Al otro lado del teléfono, María Elena celebra que a última hora la empresa haya cambiado de postura y atribuye la decisión a la presión que ha ejercido el sindicato LAB haciendo público su caso y poniéndolo en conocimiento del Ayuntamiento de Pamplona, quien tiene subcontratado en servicio de limpieza de este colegio público. “Aún así, han esperado hasta el último momento para decírmelo, ya me estaba vistiendo para ir al trabajo”, critica.
Con 56 años, María Elena padece fibromialgia y fatiga crónica y tiene reconocido un 49% de discapacidad por el Servicio Navarro de Salud que le impide realizar movimientos como empujar el carro de la limpieza o limpiar las aulas y pasillos del centro escolar. Un informe médico de agosto de 2022 señala que la mayoría de sus diagnósticos son “de carácter crónico” y que le suponen “una limitación muy importante para la mayoría de actividades cotidianas”, así como “una convivencia con dolor de manera constante y una repercusión fundamental también a nivel emocional”.
Otro informe médico de Osasunbidea del 7 de noviembre de 2022 deja constancia de que “desde hace aproximadamente dos meses la paciente precisa, en relación a sus síntomas de base, de apoyo en silla de ruedas para desplazamientos superiores a 10-15 minutos caminando”. Además, estos dolores, sumados a la fatiga crónica que padece, le obligan a pasar gran parte del día tumbada en la cama.
Con todo, y pese a los informes del Servicio Navarro de Salud, el INSS no le ha reconocido la incapacidad permanente, por lo que la empresa para la que trabaja, a la espera de recibir un informe de aptitud del servicio de vigilancia de la salud empresarial, la había citado para reincorporarse a su trabajo tras un año de baja. Finalmente, la presión sindical ha servido para que de momento no tenga que volver al trabajo. La empresa le ha comunicado por mensaje que hasta que se les facilite el informe de aptitud “queda eximida” de acudir a su empleo “percibiendo la totalidad de su sueldo”.