Keir Starmer ha cruzado este miércoles el Canal de la Mancha para entrevistarse con las diferentes autoridades comunitarias, en lo que supone el primer viaje de un primer ministro británico desde el año 2019. Todo un hito si se tiene en cuenta que en estos años, hasta cinco inquilinos diferentes han habitado Downing Street.
Desde que estaba en la oposición, Starmer ha mostrado su interés en “reiniciar” las relaciones con la Unión Europea y este viaje es el prime signo de esta voluntad de olvidar las traumáticas negociaciones del Brexit. Pero en la capital comunitaria reina la prudencia y, antes de lanzar las campanas al vuelo, la máxima es comprobar si la voluntad de Starmer es real. Aunque las negociaciones del Brexit estuvieron protagonizadas por el partido tory, quien cosechó el peor resultado de su historia en las pasadas elecciones del mes de julio y tuvo que abandonar el poder tras 14 años, en Bruselas no olvidan que el partido laborista al que pertenece Starmer también ha coqueteado siempre con el euroescepticismo. De hecho, el anterior líder Jeremy Corbyn nunca contó con la confianza de la capital comunitaria. Aunque Starmer se ha presentado como un político centrista, moderado y europeísta, ahora debe demostrarlo.
Por eso, ahora la máxima es que Reino Unido cumpla de manera escrupulosa el Acuerdo de Windsor y el pacto comercial que regula la relación tras el divorcio e ir, poco a poco, tendiendo puentes. La confianza costará en restablecerse.
“En estos tiempos muy inciertos, los socios con ideas afines como nosotros tenemos que cooperar de manera más estrecha”, ha declarado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una comparecencia junto a Starmer, mientras las noticias sobre Oriente Medio acaparan todos los focos.
“Estamos decididos a restablecer esta relación sobre una base estable y positiva, que creo que todos queremos ver”, ha asegurado el primer ministro. Los dos líderes ya mantuvieron una primera cita en los márgenes de la Asamblea General de la ONU celebrada la pasada semana.
Tras el encuentro de este miércoles en la capital comunitaria, las dos partes han suscrito un comunicado en el que se comprometen a seguir los contactos (el próximo este mismo otoño) e incluso establecer cumbres periódicas de alto nivel, la primera de ellas probablemente a principios de 2025.
Según este mismo comunicado, dentro de esta apuesta por aumentar la cooperación, el primer paso será definir las áreas que pueden ser “mutuamente beneficiosas” y se cita la economía, la energía, la seguridad y la resiliencia. Ninguna mención a un esquema de movilidad juvenil, la principal petición de Bruselas. En el mes de abril, el Ejecutivo comunitario propuso que los jóvenes de entre 18 y 30 años de ambos lados del Canal de la Mancha pudieran beneficiarse de intercambios culturales, educativos y de investigación durante un periodo máximo de cuatro años.
A pesar de sus teóricas buenas intenciones, Starmer ha negado hasta el momento estar interesado en esta propuesta. Para parte de su propio gabinete, dar este paso supondría aumentar las cifras de inmigración mientras que ,para Bruselas, aceptar este esquema supondría un primer gesto de buena voluntad que permitiría restablecer la confianza para negociar más asuntos. Francia y Alemania quieren ir más allá e incluso negociar un acuerdo de flujos de personas con Reino Unido ya que un tercio de los migrantes que atraviesan la UE tienen como destino final las islas británicas.
En cuanto a la política internacional en un tablero cada vez más convulso, los dos líderes han acordado su apoyo a la integridad territorial de Ucrania y han condenado el ataque de Irán a Israel y el derecho de este último país a su propia defensa debido a esta “agresión inaceptable”. Además, Bruselas y Londres están de acuerdo en pedir contención a las dos partes y se han comprometido a coordinar su respuesta diplomática a esta crisis. En el comunicado conjunto, también se exige un “alto el fuego inmediato” en Líbano y Gaza. Starmer se ha entrevistado también con el presidente del Consejo, Charles Michel y la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola.