EL cinismo en los terroristas forma parte de su ADN. Estos días, hemos tenido una prueba de ello. Mientras yihadistas del Estado Islámico (Daesh, Isis) asesinaban a una veintena de cristianos en el Congo, en la zona de Lubero, publicaban en sus redes sociales un cartel en inglés en el que vienen a decir que, antes de matar a nadie, le ofrecen la posibilidad de convertirse al Islam o pagar una especie de impuesto religioso, zakah.
La realidad es bien distinta y, sobre todo en África, las continuas masacres de cristianos responden a un estudiado plan de islamización mediante la desaparición o expulsión de sus territorios de los habitantes que profesan otras vreligiones.
El anuncio en cuestión señala que “cuando hayan pasado los meses sagrados, mata a los politeístas dondequiera que los encuentres, captúralos, sitialos y siéntate al acecho en cada lugar de emboscada. Pero si se arrepienten, establecen la oración y pagan el zakah, que sigan su camino”.
Lo cierto es que la cifra de asesinados y desplazados de sus casas crece día a día sin que por parte de Occidente se adopte ninguna medida salvo de retirar las tropas y dejar el protagonismo a Rusia, sobre todo en el Sahel. La situación, lejos de mejorar, ha empeorado sobre todo por las acciones indiscriminadas de los mercenarios de Wagner, que se han convertido en los mejores aliados de los yihadistas para que los jóvenes se pasen a sus filas.
