Envuelta en un tango de Gardel, la voz de Raquel Pardos inauguró este lunes el Festival de Cine de Madrid, el más antiguo de la ciudad. Esteban Crespo - nominado al Oscar en 2014 - resumía para este periódico la importancia cultural del evento: «Aquí vienes a ver cine que no se consigue fácil: aquel que respeta al autor». Hasta el domingo 22, el panorama independiente se congrega en Cineteca y Sala Berlanga para proyectar lo más reciente de la producción audiovisual española. Se trata del único certamen de temática generalista que premia tanto cortometrajes como largometrajes, según palabras de su organizador, David Torres de la PNR (Plataforma de Nuevos Realizadores). En la gala de esta trigésimo tercera edición, el homenajeado fue Emiliano Allende, crítico musical y gestor cultural. Su voz desgarrada no evitó que regalase un discurso ontológico sobre lucha y cariño por el arte. Después de una larga ovación, el director de la Semana de Cine de Medina del Campo contaba que sólo había subido una vez al estrado. «Yo solía ver todo desde abajo». Relató que esa ocasión subió para premiar a un proyeccionista de avanzada edad, en simbolismo deliberado de cambio de época; gesto que, luego de 35 años entregando reconocimientos, ahora encuentra resignificación. «El corto y el cine están en un momento maravilloso», decía también Allende, uno de los grandes responsables de este buen pasar en el formato. El festival capitalino es otro de ellos. Los ganadores clasifican de inmediato a la preselección de los Goya. De hecho, hasta 2009 sólo admitía piezas breves, esas que obligan a la síntesis, cuál cuento en contraste a la novela. La selección de cortos -que termina el jueves- consta de 40 piezas cuidadosamente seleccionadas. Intenso trabajo realizado por el equipo de Cecilia Montagut, coordinadora de la sección. En conversación con ABC, explica los pormenores de la recopilación. «Este año se tiene una cartelera más clásica que experimental», asegura Montagut. La labor de programación consistió en distintas fases de filtraje. Ya teniendo todo el material, compuesto de piezas audiovisuales de producción española con menos de 59 minutos y que hubieran obtenido clasificación oficial desde el ICAA -Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales-, comenzaba su labor. Las producciones eran puntuadas del uno al diez, y pasaban a la siguiente fase aquellas que recibían un siete como mínimo. Luego, entre las mejores, se decidía la clasificación bajo criterios de variedad temática. La coordinadora -que también es directora- adelanta los patrones que se repitieron en la selección: maternidad y acceso a la vivienda. Sin embargo, recalca ante posibles recelos: «Algunas piezas llevaban mensajes sociales muy fuertes y concisos, pero flojeaban en la ejecución, así que se descartaron». Por otro lado, y a pesar del enfoque en el formato corto, los largometrajes brillan en su clara apuesta por atravesar los límites entre disciplinas. Biología con literatura, danza con documental, o teatro con 'road movie'. El director de esta última propuesta, German Roda, declara su emoción al presentarse en la capital: «Si no estrenas en Madrid, te quedas con las ganas». Su obra ofrece un recorrido de teatro lorquiano en tiempos de pandemia. «Tuvimos que ver 80 películas en un mes y medio», dice uno de los seleccionadores de la sección de largos, Javier Polo. «Lejos de ser algo malo, para mí era un gusto. Benditos fueron esos fines de semana», añade sobre su tarea curatorial voluntaria. Comenta sus cuatro criterios para juzgar: calidad de personajes, guion, visual, actuación. Cada uno de los seleccionadores ofrecía su primera clasificación, y esta era puesta en discusión. «Es importante garantizar equilibrio en cuanto a los formatos, no elegir solo documentales, o solo películas», añade. Confiesa su preferida, pero no permite que se publique para no interferir en la premiación. Javier forma parte de la Plataforma de Nuevos Realizadores, actuales organizadores de esta semana de cine madrileña. Lejos de ser novicios, los de PNR buscan darle pantalla a artistas emergentes en términos de viralidad, pero no en cuanto a calidad cinematográfica. Para poder asociarse a la plataforma se necesita haber estrenado tres metrajes. «Si bien ya no somos jóvenes, necesitamos pensar desde una juventud espiritual», afirma el ya citado David Torres, organizador del evento. En recientes ediciones incorporaron novedosas actividades, pero dice Torres: «Este año estamos en modo consolidación». De todas formas, la vicepresidenta de la plataforma, Raquel Troyano, afirma que su entidad iniciará conversaciones con Hollywood, ya que «otorgan fuertes impulsos al formato corto». Pero antes de esta nueva fase, lo ya innovado ahora debe volverse tradición. Lejos de ser complementos, la llamada Zona Industria y la sección de cine sordo se están convirtiendo en el sello distintivo del festival frente a la escena del país. El director argentino Diego Corsini está a cargo de generar un espacio de 'networking' para cineastas noveles que busquen potenciar sus oportunidades en la competitiva -y muchas veces injusta- industria cultural. Para ello, tiene preparada una programación completa con académicos, cineastas consolidados y funcionarios públicos, para que los jóvenes directores estén al tanto del abanico de opciones para financiamiento. Corsini cuenta que esto no se trata sólo de conferencias y charlas magistrales. «Habrán empresas listas para tomar contacto con los proyectos nuevos, estos tendrán siete minutos para dar su 'pitch' y convencerlas». Se tienen preparados premios de hasta 2.000 euros para las propuestas más serias. Por su lado, el cine sordo, la voz que no necesita sonidos para hacerse escuchar, llega otro año más para regalar calidad visual y gestual, para otorgar formas nuevas de encarar la experiencia cinéfila. Lázaro Contreras, coordinador de la sección, aclara los pormenores de esta modalidad. «El cine sordo no es cine mudo. El mudo es como el mimo y el sordo es un teatro que expresa palabras». Considera que participar en este certamen representa un gran orgullo para su comunidad: «Es un subidón de autoestima moral y cultural», afirma, y finaliza la entrevista escrita afirmando algo que ya debería ser una obviedad, pero que todavía no lo es: «Podemos hacer todo menos oír». Tres de las piezas seleccionadas están en Lengua de Signos Española, dos en Lengua de Signos Argentina -que difiere a pesar del origen castellano-, una en Lengua de Signos catalán, y otra en Sistema de Signos Internacional. Todas ellas se estrenarán el sábado 21 a las 18 horas en la Sala Azcona de Cineteca.