No por casualidad se ha establecido un paralelismo, salvando las distancias, entre sanchismo y trumpismo . A medida que Sánchez se enredaba en la lógica populista, invadiendo el espacio de Podemos a partir del pacto con Iglesias en 2019 hasta asfixiarlo y sustituirlo por la marca blanca de Sumar que se ha disuelto como un azucarillo de pura inconsistencia, esto ha ido a más. Ahora Iglesias vaga por platós de segundo orden y Sánchez triunfa con mantras tan pablistas como «la máquina del fango». Es el fetiche estratégico desde que el comandante mandó parar cinco días para que toda la izquierda asumiera la redención de Begoña Gómez mirando para otro lado ante su carrera golfa. Algo así sólo es posible...
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