Cuando mi mujer tiene una inquietud, se vuelve extremadamente locuaz conmigo. Y además de manera inmediata. La forma que tiene de sacarse ese malestar que la reconcome es manifestármelo enseguida. A veces, lo confieso, a mi pesar, pues lo último que me apetece es más dolores de cabeza. Sin embargo, para ella es terapéutico e intento prestarle toda mi atención. En ocasiones, las conversaciones parecen simulaciones de protestas que asegura que va a manifestar a otras personas. Por supuesto, luego no lo acaba haciendo, y menos en la forma ruda en que me las expone a mí. Intuyo que es, de hecho, su estrategia para evitarlo. Yo reacciono de forma muy diferente a la preocupación. Me la meto dentro y...
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