Parece que fue Diógenes —el del síndrome— el que sentenció aquello de que «cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro». Una cita, como tantas, que luego se atribuiría a Carlomagno, a Hitler o a Lord Byron, lo que pone en evidencia que nadie está libre de tirar la primera piedra y que el hombre es capaz de tropezar dos veces, y las que haga falta, con la misma roca. Los datos ponen de manifiesto algo que veníamos sospechando desde hace una década: cada vez hay más perros y menos niños en las ciudades. En Cádiz, tocamos a un perro por cada cuatro personas humanas, que diría Rosa Benito; en Córdoba, la población canina duplica ya a...
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