La irrupción de la inteligencia artificial en el cine paralizó a la industria cinematográfica con una huelga en Hollywood que duró tres meses. No se veía un parón así desde 1960. Es cierto que no era el motivo principal de la huelga, pero sí una de las cosas que aún siguen preocupando a los trabajadores. Y Simón Casal tiene la osadía (y la valentía) de plantear el debate de la inteligencia artificial y su uso. Como peculiaridad, el mal no reside en la inteligencia artificial. Reside en el poder, la corrupción y el abuso en la justicia. ‘Justicia Artificial’, que se estrena hoy en cines, plantea un escenario apocalíptico y realista al mismo tiempo. En él, el gobierno español anuncia un referéndum para aprobar un sistema de Inteligencia Artificial en la Administración de Justicia que promete automatizar y despolitizar la justicia sustituyendo, en la práctica, a los jueces en todos los tribunales del país. Carmen Costa (Verónica Echegui), una reconocida jueza, es invitada a trabajar en el desarrollo del proyecto, pero la repentina desaparición de Alicia Kóvack, creadora del sistema, provoca una gran desconfianza en ella. « La tecnología nunca ha sido el problema. No es cómo se diseña, sino cómo se administra y quién controla y toma las decisiones», reconoce el director a ABC. Su trabajo es fruto de muchas preguntas y noches de desvelo. La idea de justicia y su relación con la inteligencia artificial era algo que le fascinaba, y no veía otra forma de plantearlo que no fuera a través de la ficción. En ocasiones, el cine posibilita abrir un debate que a través de un altavoz en la calle o delante de políticos sería imposible: « La ficción política te permite plantear cuestiones muy polémicas a través del cine y sus escenarios. Nos deja ver cómo sería nuestro futuro, aunque sea algo conspiranoico. Son escenarios interesantes, tanto uno a borde del colapso como uno realista». La película muestra los peligros de emplear mal una herramienta que nació para facilitar la vida de una sociedad. «Hay un problema a nivel narrativo muy grande. La fascinación que ha generado películas como ‘ Terminator ’ hacia la tecnología es maravillosa, pero al mismo tiempo ha creado una mirada hacia ella muy negativa. Deberíamos acercarnos a la tecnología de una forma más realista», añade. Casal llegó a este proyecto con muchas preguntas y dudas por resolver. Tuvo que contar con expertos, ingenieros, informáticos, filósofos, escritores… El director plantea un escenario ficticio pero posible al mismo tiempo. «Tenía miedo de abordar estos temas porque son tan complejos que abruman, pero había mucha inquietud». Aunque asegura que tampoco quería ser iluso y ponerse en manos de empresas sobre inteligencia artificial para que le vendieran su propaganda». Casal reconoce en el cine una posibilidad para reabrir un debate a través de la ficción y esclarecer algunas de las dudas que él mismo se pregunta. Sin embargo, hay otras que aún no es capaz de encontrar una respuesta. « No sé hasta qué punto la IA puede emplearse en el cine. Vemos herramientas interesantes para crear imágenes y textos, con mucho potencial, pero no las he usado», indica el director, aunque reconoce los riesgos: «Estas empresas se apropian y entrenan a través de obras creadas por actividad humana». En ‘Justicia Artificial’ el mal no reside en la IA sino en el uso que hacen de ella los políticos, aunque el director pone en valor al ser humano y la capacidad que tiene para tomar decisiones que pueden ser determinantes para la vida de otros como en el mundo de la justicia. «Era crucial dar importancia a las emociones y la capacidad de las personas y jueces de empatizar, soñar, socializar. Somos capaces de percibir el contexto social y la evolución de la sociedad, algo que una máquina, a priori, no tiene esa capacidad».