Decían estos días en Nueva York los estadounidenses punteros en el tenis -Taylor Fritz, Frances Tiafoe, Tommy Paul- que su generación está llamando a la puerta de un 'grande'. En el cuadro masculino, no lo levantan desde hace más de dos décadas, desde el que consiguió aquí Andy Roddick en 2003. Fritz tenía este domingo la misión imposible de acabar con esa sequía bochornosa para un país que ganaba el US Open por costumbre. Andre Agassi, acomodado en uno de los palcos, era un recuerdo vivo de aquello. Fritz se presentó en Arthur Ashe, la central del torneo, para abrir esa puerta pero se encontró con un muro. Jannik Sinner, su rival en la final neoyorquina, no mostró grietas, se llevó su segundo 'grande' y esfumó los sueños locales en tres sets (6-3, 6-4, 7-5). Con esta victoria, Sinner materializa el cambio generacional en el circuito. Después de un dominio del 'Big Three' -Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer- que se alargó más de lo previsto, él y Carlos Alcaraz se han repartido todos los 'grandes' esta temporada. Sinner, de 23 años, conquistó su primer torneo de Grand Slam este año en Australia. El murciano, que ya acumula cuatro 'grandes' a sus 21 años, se quedó con Roland Garros y Wimbledon. Aquí en Nueva York todavía se recuerda su espectacular partido de cuartos de final del US Open en 2022. Fue una batalla asombrosa, en la que el uno y el otro se llevaron al límite. Allí ya se anticipó que Alcaraz -que se llevó el duelo- y Sinner formarían la rivalidad más interesante tras el 'Big Three'. El italiano era favorito antes de aterrizar en Nueva York, donde se ha plantado como número uno del mundo. Lo fue todavía más cuando sus principales rivales, Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, los protagonistas de la final olímpica en París, se fueron a las primeras de cambio: el murciano, en segunda ronda; el serbio, en tercera. Y sin duda ante Fritz, que hasta esta semana no había pisado unos cuartos de final de un 'grande'. Sinner buscó imponer su ley desde la primera pelota. Fue un derechazo paralelo incontenible. Y también desde el primer servicio de Fritz, que rompió. El estadounidense no se descompuso e hizo lo propio pronto para igualar la contienda. Fritz tiene un gran juego de fondo, fortaleza en el saque, estabilidad en la cabeza y coraje. Pero Sinner es desesperante para cualquiera. Devuelve todo, mantiene peloteos muy duros, eleva la tensión del juego cuando lo necesita, fuerza a sus rivales a arriesgar y no falla cuando le dan un milímetro. «Es demasiado bueno», reconocería después Fritz sobre el ganador en la ceremonia de entrega de trofeos, con lágrimas en los ojos. Sinner se llevó ese primer set. También el segundo, con la misma tónica. Para la tribuna, el partido era discreto. Sinner aburre de lo bueno que es. La central del US Open observaba peloteos tensos, pero poca espectacularidad. Sin rastro del ambiente eléctrico que caracteriza a Arthur Ashe en los grandes momentos. Ni siquiera en las tribunas altas, las únicas que no están pobladas por millonarios, había pasión. No ayuda que Sinner, sobre todo, y Fritz son muy fríos. Apenas se escuchó un «¡te amo, Sinner!» en italiano y coros tímidos de «U-S-A». Eso cambió en el tercer set. Con el público animado por los 'Honey Deuce' -el popular cóctel local de vodka, licor de frambuesa y limonada-, Fritz levantó dos bolas de ruptura de saque. La afición tenía tan poco a lo que aferrarse que le regaló una ovación por colocarse con 15-30. Y estalló cuando por fin rompió el servicio de Sinner. Hasta Taylor Swift, que desató la locura con su presencia en uno de los palcos, gritaba con el puño levantado. Fritz llegó a colocarse 5-3 y su tocaya bailaba al ritmo de Bad Bunny -que estaba en otro palco- agarrada por Travis Kelce, su pareja, jugador de los Kansas City Chiefs de la NFL. Por allí también estaba Patrick Mahomes, 'quarterback' del equipo dominador del fútbol americano. Pero fue un espejismo. Sinner no bajó el pistón y el estadounidense se ahogó en su propia reacción. No ganó ni un juego más. Su pelota se quedó en la red en el punto decisivo. Allí murió el partido y el sueño americano de que su tenis masculino vuelva a lo más alto. «Este año no ha sido fácil», reconoció Sinner con la copa en la mano. Una semana antes del torneo se reveló que había dado positivo en dos controles en marzo por una sustancia prohibida, el clostebol. El italiano dijo que fue contaminado por accidente por su masajista, que había utilizado ese esteroide anabolizante para tratarse una herida. El italiano fue exonerado, para sorpresa de algunos en el circuito. «La parte mental es muy importante en este deporte. Estoy muy feliz y orgulloso de compartir este momento con mi equipo», dijo, con la frialdad robótica que tiene dentro y fuera de la pista. «¡Sonríe, carajo!», le gritó un hincha italiano desde la grada.