Tomar decisiones de inversión no es un juego de azar; sin embargo, en este momento debemos “apostar” al escenario que creamos más probable. La polarización de opiniones nos exige adoptar una postura y estar atentos a los eventos que definirán el rumbo.
Hay una enorme especulación sobre el futuro de las grandes inversiones, pero rara vez nos centramos en cómo definir una estrategia personal, en función de lo que sucede en el mundo.
Empezando por las tasas de interés, que han superado significativamente el proceso inflacionario, ya han observado una ligera disminución, y se espera que continúen en esa dirección.
Esta expectativa también se mantiene en Estados Unidos, lo que, de alguna manera, influye en las tasas mexicanas; sin embargo, la agitación provocada por la reforma al poder judicial y el aumento en la cotización del dólar podrían frenar esta esperada reducción.
El tema de las tasas es decisivo, porque si creemos que persistirá la caída, debemos explorar alternativas de inversión.
En cuanto al entorno económico, el Banco de México ya revisó a la baja su previsión de crecimiento, y se habla de una recesión en Estados Unidos. No obstante, las empresas tecnológicas siguen presentando un dinamismo considerable, lo que sugiere que el mercado global continuará siendo atractivo, aunque de manera selectiva.
Otra opción con incertidumbre son los bienes raíces. Este sector ha mostrado gran actividad, especialmente en el ámbito industrial, debido a las expectativas generadas por la instalación de plantas extranjeras y el efecto del nearshoring.
Sin embargo, existen nubes en el horizonte ante la posibilidad de una menor actividad económica; que Donald Trump regrese a la presidencia de Estados Unidos y limite el flujo de capital; y que las reformas de López Obrador desalienten a inversionistas foráneos.
En un escenario pesimista, podría darse una sobreoferta en bienes raíces, lo que resultaría en un estancamiento en su valor.
Además, está el riesgo de que el gobierno entrante imponga, por su ideología, algún tipo de restricción a la propiedad privada, como sucedió en la Ciudad de México, donde ya se ha establecido un tope al incremento de las rentas.
Aunque es posible refugiar el capital en activos como el dólar o el oro, estos tienen un costo asociado a la volatilidad que podrían experimentar.
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