Despertarse a las 3 a. m. es un fenómeno común que afecta a muchas personas. En una reciente entrevista con Infobae, Enrique De Rosa Alabaster, médico psiquiatra, neurólogo y sexólogo, señaló que “es muy habitual la consulta o la queja respecto a la dificultad para conciliar el sueño, despertarse temprano o los despertares nocturnos. En este último apartado, hay teorías rodeadas de misterio que, sin dejar de ser interesantes, se escapan del campo médico-científico tradicional”.
El sueño se compone de cuatro etapas: N1, N2, N3 y REM (Rapid Eye Movement o Movimiento ocular rápido, en español). Estos ciclos, que duran entre 90 y 120 minutos, se repiten durante toda la noche. Es normal despertar brevemente después de cada ciclo, pero si estos despertares se vuelven frecuentes o dificultan volver a dormir, pueden convertirse en un problema.
Etapa 1 (N1): Esta es la transición de la vigilia al sueño. Dura entre 1 y 5 minutos y se considera un sueño ligero. En esta etapa, el cuerpo comienza a relajarse, los latidos del corazón y la respiración se ralentizan. La función principal de esta etapa es preparar el cuerpo para el descanso más profundo.
Etapa 2 (N2): Representa una fase intermedia en la que el sueño ligero se convierte en sueño profundo. Aquí, la actividad cerebral disminuye, pero existen estallidos de actividad que ayudan a no despertarse fácilmente por estímulos externos. Esta etapa es crucial para consolidar la memoria y procesar la información aprendida durante el día.
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Etapa 3 (N3): Conocida como sueño profundo, esta es la etapa más reparadora del sueño. Durante este período, el cuerpo se regenera, se fortalece el sistema inmunológico y se secretan hormonas de crecimiento. Esta fase es fundamental para la recuperación física y mental.
Sueño REM: El sueño REM es la etapa en la que ocurren la mayoría de los sueños. Durante esta fase, la actividad cerebral es alta, casi como cuando estamos despiertos, pero los músculos están paralizados para evitar que el cuerpo actúe los sueños. Este sueño es esencial para el mantenimiento de las funciones cognitivas, como la memoria, la creatividad y el aprendizaje.
El doctor Roberto de Arbelaiz, del servicio de Neurología del Hospital Alemán, explicó al medio citado que “existen varios factores que regulan el sueño, facilitándolo y manteniéndolo. Pero el estilo de vida, los horarios laborales, responsabilidades familiares, hijos pequeños y factores ambientales son algunos de los que impiden que el sueño ocurra en el momento adecuado o preciso, y que sea reparador”.
Por su parte, la doctora Stella Maris Valiensi, presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, señaló al mismo medio que “el estrés produce cambios en las hormonas, en los neurotransmisores y en el sueño. Esto también ocasiona un sueño fraccionado y despertares precoces. En algunos casos, incluso, impide conciliar el sueño”.
Además, el doctor Brandon Peters-Mathews, neurólogo de Virginia Mason Franciscan Health en Seattle, detalló recientemente a CNN en español que la arquitectura del sueño se refiere a las cuatro etapas mencionadas, y cada una de ellas tiene un rol importante en el descanso. La etapa REM, en particular, es crucial porque es cuando se produce la mayor actividad cerebral, cercana a los niveles de vigilia. Es después de esta etapa que las personas suelen despertar de manera natural. “Debido a que tendemos a acostarnos aproximadamente a la misma hora todas las noches, y estos ciclos tienen aproximadamente la misma duración, es posible que nos despertemos a la misma hora durante la noche”, explicó Peters-Mathews.
Si bien despertarse durante la noche no suele ser perjudicial para la salud, la doctora Michelle Drerup, de la Clínica Cleveland, advirtió en CNN en español que cuando estos despertares son demasiado frecuentes, podrían interrumpir los ciclos de sueño, impidiendo un descanso profundo. Estos despertares pueden ser indicativos de trastornos del sueño como la apnea del sueño o la nocturia. Además, Drerup subraya que las personas suelen recordar estos despertares durante la segunda mitad de la noche, cuando predominan las etapas REM y el sueño ligero. Es importante que, tras un despertar nocturno, la reacción emocional sea controlada para evitar que se prolongue la vigilia y se desarrolle insomnio secundario.
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En conclusión, despertarse a las 3 a. m. es común y puede deberse a la estructura del sueño y a factores como el estrés, estructura del sueño y el estilo de vida.
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