Ahora te lo piensas dos veces antes de entrar a una piscina pública, y es que, en realidad, estas —sin el adecuado saneamiento— son el caldo de cultivo ideal para un sinfín de hongos y bacterias que causan enfermedades que pueden provocar incluso la muerte, como la poliomielitis, el cólera, la hepatitis A y el E. coli. Este es el caso de un joven colombiano llamado Javier Acosta, historia que ha helado al país cafetero y ha generado bastantes discusiones a lo largo de los últimos días.
Acosta, de 36 años, recibió el pasado viernes la eutanasia después de cinco años luchando contra la osteomielitis y un cáncer en la sangre derivados de haber sido infectado por un hongo llamado Candida auris. Su vida cambió después de un simple viaje en familia a Melgar, un municipio vacacional al sudoeste de Bogotá, la capital colombiana. Allí, en una piscina, el joven contrajo lo que finalmente le llevaría a tomar esta difícil decisión.
Identificado por primera vez en Japón en 2009, la Candida auris es un hongo que se destaca por su capacidad para sobrevivir en superficies durante períodos prolongados y resistir los métodos de desinfección convencionales. Este hongo suele propagarse rápidamente con el contacto entre personas vulnerables y superficies infectadas, causando infecciones en la sangre, el cerebro, el oído y otros órganos vitales.
Lugares como piscinas o bañeras que carecen de un saneamiento adecuado son propicios para la rápida proliferación de bacterias y hongos debido a la combinación de humedad constante y la falta de desinfección efectiva. El ambiente permite que el hongo se desarrolle y se propague, convirtiéndose en una amenaza mortal para quienes entran en contacto con el agua, como fue el caso en aquella piscina de Melgar.
Cabe aclarar que el hongo tiene consecuencias así de mortal en especial en las personas más vulnerables, con sistemas inmunológicos débiles por eso, en el resto de pacientes puede incluso no mostrar síntomas, facilitando la propagación del hongo, particularmente en entornos como hospitales y residencias de ancianos. Acosta, ya se encontraba en silla de ruedas para el momento de la infección debido a un accidente de tránsito en 2015.
Los síntomas de una infección por Candida auris pueden imitar los de otras infecciones, lo que incluye fiebre alta y persistente, escalofríos, sudoración, así como enrojecimiento, descamación o picazón en la piel. Esta similitud en los síntomas puede dificultar el diagnóstico, ya que se confunden fácilmente con los de otras enfermedades comunes.
En Colombia, la eutanasia se convirtió en una opción legal a partir del 20 de mayo de 1997, cuando la Corte Constitucional emitió la Sentencia C-239/97. En esta sentencia, la Corte considero la eutanasia para personas que padecen una enfermedad terminal y que solicitan de manera libre y consciente la ayuda para morir dignamente.
Sin embargo, fue en 2015 cuando el Ministerio de Salud reglamentó el procedimiento, estableciendo los protocolos necesarios para garantizar que la eutanasia se realice bajo condiciones legales y éticas, a través de la Resolución 1216 de 2015. Esta reglamentación marcó un hito, ya que permitió que las instituciones de salud comenzaran a ofrecer la eutanasia de manera formal y regulada en el país.
El caso de Javier Acosta fue sujeto al escrutiño público, y de hecho muchas personas se reunieron para manifestarse en contra de la decisión del joven. No obstante, el diagnóstico de Acosta era tan complejo y sin opciones de tratamiento que el Tribunal médico aprobó su solicitud de terminar con su vida que ya se encontraba en la última instancia.