El golpe de Pedro Sánchez, con el adelanto del congreso del PSOE, ha puesto en alerta a los líderes territoriales cuestionados. Los movimientos en las federaciones han comenzado una vez que el secretario general ha abierto la veda para renovar toda la estructura del partido. Ferraz va a priorizar las maniobras para el relevo en Andalucía.
La dirección del PSOE ha dado a entender, en los últimos días, que se trata de un congreso para renovar nombres, caras, en definitiva, para cambiar las estructuras territoriales, algunas en pie contra el “concierto” catalán que ha permitido a Salvador Illa convertirse en presidente de la Generalitat.
“Ahora toca Andalucía”, invocó el pasado sábado el líder del PSOE andaluz, Juan Espadas, en la interparlamentaria del partido regional. Toca Andalucía, y por eso el congreso federal del PSOE, convocado ya oficialmente este lunes para los días 15, 16 y 17 de noviembre, se celebrará en Sevilla.
Curiosamente, el PSOE andaluz no ha elevado la voz ni afilado los cuchillos ante la “singularidad” de la financiación en Cataluña. Ha cerrado filas con Sánchez y con la vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda, la andaluza María Jesús Montero. Esta actitud tiene una explicación.
Sánchez ha reconocido su preocupación en los últimos meses, sobre todo tras los resultados de las últimas elecciones europeas de junio, por el “agujero electoral” tanto en Andalucía como en la Comunidad de Madrid.
El objetivo que se ha propuesto es llegar a las próximas elecciones autonómicas con liderazgos asentados y con alternativas trabajadas, especialmente en los territorios donde el líder del PSOE necesita el respaldo electoral si aspira a continuar en La Moncloa en caso de un adelanto de las generales: Andalucía, Madrid y Cataluña.
Juan Espadas fue aupado por Ferraz para hacerse con el PSOE-A. Sin embargo, en la dirección socialista se cuestiona que, más de tres años después, siga sin tener el control del partido. A ello se suma la sensación de que el popular Juanma Moreno tiene cada vez más consolidada la mayoría absoluta que ostenta en el Parlamento andaluz.
Por eso en Ferraz se asume, en todos los niveles orgánicos, que una vez más Pedro Sánchez no tendrá reparos en tomar la decisión que considere mejor para los intereses electorales del partido.
Recuperada Cataluña, la gran debilidad del partido se encuentra en estos momentos en Andalucía, la federación más importante y la comunidad más poblada. Sin remediar el desastre electoral andaluz, el PSOE tiene muy complicado gobernar en España.
Hay que recordar que Espadas llegó al cargo tras reunirse con Sánchez y aceptar su encargo, enfrentarse a Susana Díaz, dejar la comodidad de la alcaldía de Sevilla y lanzarse al fango de un PSOE andaluz por primera vez en la oposición ante un PP en plena ola con Juan Manuel Moreno.
Fuentes socialistas explican que, tras el congreso federal de noviembre, Ferraz promoverá que el primer congreso regional sea el del PSOE andaluz.
Se ha propuesto resolver su futuro antes del próximo mes de febrero, y a un año de las autonómicas en Andalucía, previstas para la primavera de 2026. Después tocarían las municipales y autonómicas de mayo de 2027 en el resto de comunidades.
Antes de ese congreso regional, tendrán que celebrarse unas primarias a la secretaría general.
Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes próximas a la dirección del PSOE, Pedro Sánchez ha ofrecido al actual líder del partido en Andalucía, Juan Espadas, convertirse en ministro de Transición Ecológica, como sustituto de Teresa Ribera, para apartarle como secretario general de los socialistas andaluces.
En el entorno del presidente del Gobierno destacan que Espadas cumple la figura de gran representante del PSOE de Andalucía y tiene, además, un pasado vinculado a la tarea del medio ambiente que encaja en el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
Este abogado de formación quiso especializarse en asuntos medioambientales con un máster en políticas y gestión medioambiental en la Universidad Carlos III. De esta manera, Sánchez le daría la oportunidad de liderar la política energética en un momento donde el cambio climático y la descarbonización de la economía son puntos estratégicos de los gobiernos europeos.
El nombre de Juan Espadas ha comenzado a sonar incluso en los últimos días en los despachos de las grandes compañías energéticas. Y han comenzado a hacer campaña a favor de su nombramiento. Recuerdan que Espadas ocupó durante una década cargos vinculados con el medio ambiente en la Junta de Andalucía durante la presidencia de Manuel Chaves.
En cambio, las compañías eléctricas no ven con tan buenos ojos la posibilidad de sustituir a Teresa Ribera con un ascenso interno como ha sucedido en el caso de Nadia Calviño con Carlos Cuerpo en el Ministerio de Economía.
Circulan varios nombres que causan cierto recelo entre las empresas del sector. El primero que figura es el de Sara Aagesen, actual secretaria de Estado de Energía, con un perfil muy técnico y muy ligada a la propia Ribera. El segundo es Joan Groizard, director general del Instituto para el Ahorro y la Diversificación de la Energía (IDAE).
Entre los ejecutivos del sector energético reconocen en privado que les asusta solo oír hablar del nombramiento de perfiles técnicos para la cartera de Transición Ecológica, como en su día fue el de Álvaro Nadal, cuando sustituyó al entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, durante el Gobierno de Mariano Rajoy.
Hasta hace unos meses, la sucesora natural de Espadas había sido la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, exconsejera andaluza de este departamento con Susana Díaz, y de Salud con José Antonio Griñán. Su ascenso a la vicepresidencia primera del Gobierno con Pedro Sánchez la situaba en primera línea para liderar el PSOE andaluz en su intento de arrebatar el poder al Partido Popular.
Ahora, según las fuentes socialistas consultadas por ECD, Sánchez ha encargado a la número dos del partido y al secretario de Organización, Santos Cerdán, que busquen un relevo urgente para Juan Espadas porque también ha descartado el nombramiento de la ministra de Hacienda.
El acuerdo con ERC para la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, que implica un trato privilegiado con Cataluña en la cesión de la recaudación de todos los impuestos, ha desmoronado gran parte de sus opciones. Sobre todo porque María Jesús Montero se posicionó en el pasado muy en contra de este acuerdo que discrimina al resto de comunidades autónomas.
“¿Quién va a votar en Andalucía a un PSOE que ha apoyado unos privilegios contra Andalucía?”, critican miembros de la federación regional.
En el entorno del líder socialista tampoco ocultan la necesidad de nombrar a un líder fuerte en Andalucía porque –admiten- Pedro Sánchez no se fía de Susana Díaz. No descarta que la expresidenta andaluza, desde la segunda fila, promueva a un candidato. Hay que recordar que ella misma se ha autodescartado para volver a liderar el partido.
Sin embargo, Sánchez ha recibido información de que Díaz está manejando nombres y a ella le atribuye que Patricia Cavada, alcaldesa de San Fernando, haya comenzado a circular como una propuesta sólida.
El pasado sábado, durante la interparlamentaria del PSOE andaluz, tras las intervenciones del secretario general y la ministra María Jesús Montero, Susana Díaz fue la única que tomó la palabra para hablar de “igualdad”, invocar el acuerdo cerrado para la financiación andaluza en 2018 y declararse feminista. La exlíder andaluza sigue siendo una figura temida por Ferraz por su influencia en la federación regional.
Tampoco se pasa por alto en la dirección socialista que la rehabilitación de la vieja guardia del PSOE andaluz, tras las sentencias del Tribunal Constitucional sobre el caso ERE, permitirá a Manuel Chaves y quienes formaron parte de su cúpula participar en las decisiones sobre el futuro del partido en Andalucía.