Mientras grandes títulos como ‘Cities: Skylines 2’ se ven obligados a eliminar a los propietarios, los ‘indies’ abordan la problemática desde el terror, el humor y la denuncia
Los efectos de la masificación y el 'turismo de selfie' llaman a la puerta del románico
El problema de los elevados alquileres se soluciona acabando con los caseros. Al menos, esa es la conclusión a la que llegaron los responsables de Cities: Skylines II, un videojuego de construcción y gestión de ciudades que terminaba así con la inflación generada en su universo virtual. Los creadores respondieron a las quejas de su comunidad ocasionadas por la subida de la renta cambiando la fórmula que calculaba dicho importe, pero también eliminando los rentistas online y creando un precio unitario.
Pero esta fue una medida utilitaria. De hecho, el mismo parche hacía que los inquilinos, en lugar de protestar por el importe del alquiler, gastaran menos en otras necesidades para afrontar el coste. Estos conflictos tan reales no son ajenos al mundo del videojuego, pues son sonadas crisis como la ocurrida en el multijugador en línea Final Fantasy XIV, donde se generó una escasez de viviendas que se intentó enmendar añadiendo más solares edificables, restringiendo la cantidad de propiedades por usuario o demoliendo construcciones vacías.
Resulta interesante cómo el videojuego generalista aborda situaciones actuales. De ahí que sea llamativo lo ocurrido con Victoria 3, un título de simulación política cuyos jugadores empezaron a quejarse de que el comunismo era la mejor alternativa por cómo, frente a la “ineficacia” de los sistemas capitalistas, en un modelo organizativo basado en una república de concilios populares la población crecía y ganaba en esperanza de vida, a la vez que aumentaban el consumo y el dinero disponible.
Aunque estas grandes propuestas “evidencian las contradicciones del sistema capitalista, no se dejan de leer como ‘un bug’, algo que se podría arreglar, pero que no es necesariamente indicativo de que el sistema al completo falle”. Es lo que afirma el colectivo Resistencia Videolúdica, que reflexiona sobre videojuegos con una perspectiva anticapitalista. Consideran que, dado que “gran parte del mainstream se ha creado desde un punto de vista blanco, rico y neoliberal”, “hacen falta marcos de pensamiento crítico para analizar los problemas inherentes al sistema”, que en este caso pasan por “entender qué ‘mecánicas’ y ‘normas’ afectan a nuestra posibilidad de tener un techo bajo el que vivir”.
Los videojuegos de gestión, lejos de cuestionar el modelo, lo abrazan. The Tenants te convierte en un magnate que reforma casas y gestiona “inquilinos problemáticos” y en el popular Rent Please! – Landlord Sim eres un propietario que busca maximizar ganancias. Mientras, simuladores de vida como Los Sims muestran cómo ser inquilino implica “estar constantemente llamando al casero para que arregle la caldera o fumigue”, por lo que el colectivo estima que “el mainstream ha mostrado, muestra y mostrará la problemática de manera acrítica o sin enseñarla desde un punto de vista sistémico, presentándola como un bache a superar y no como una red entretejida de intereses imposibles de vencer de forma individual”.
Por eso, reivindican que acudir a “videojuegos más pequeños que se han creado en contextos no comerciales puede ofrecer perspectivas distintas”. Es lo que ocurre con el título narrativo Dot’s Home de The Rise-Home Stories Project, protagonizado y desarrollado por personas racializadas con una intención social. En él la protagonista viaja en el tiempo para revivir su historia familiar en una casa en Detroit. A partir de esta premisa, aborda la desigualdad, las prácticas abusivas relativas a la vivienda y el peso que las decisiones individuales tienen en la comunidad, usando sus mecánicas para cuestionar la meritocracia y el individualismo.
Ser inquilino no es sencillo. En Stigmatized Property de Chilla’s Art no poder abandonar la única vivienda que te puedes permitir se explora tangencialmente, mientras investigas el motivo por el cual unos apartamentos tienen un alquiler tan bajo. Rental, del colectivo artístico Animita Project, con sus diseños de personaje inspirados en Animal Crossing —cuya última entrega despertó grandes debates sobre si el mapache Tom Nook es un bondadoso casero por no presionarte a pagar la hipoteca o un especulador más—, es una obra de terror en la cual una casa vacacional alquilada se transforma en un espacio liminal.
También existen en Itch.io experiencias más personales. Es el caso de Rent de Manuel Komnenos, que refleja sus vivencias en un Londres que es hostil para locales y, sobre todo, para inmigrantes. O del RENT de Matěj Hložánek, un elocuente videojuego que reflexiona sobre las posibilidades de vivir a gusto sin tener que invertir todo tu sueldo en el alquiler o compartir casa con insoportables desconocidos. Pero especialmente interesante es Ideal-Ishtar de Diego Freire, un título nacional que combina imágenes sacadas de Idealista y comentarios que ha recibido su autor con elementos fantásticos.
“Mi casero me hizo la típica triquiñuela de querer subirme el alquiler una barbaridad, pese a que era ilegal, pero me dijo que era eso o que quizás lo necesitaba para un familiar”, explica a este diario el desarrollador. “Me he mudado ya de ciudad varias veces y siempre es difícil, pero estaba notando que esta vez era peor, todo era espantoso o carísimo”. Comenta que su vivienda apareció en Idealista a 1.100 euros, cuando él había estado pagando 690 euros por ella. “Me pareció escandaloso y se me ocurrió hacer un juego de aventuras donde todos los escenarios fuesen fotos reales de pisos”, aclara.
Con esta premisa y música de Javier Calderón, Freire construye un videojuego que parte de que has quedado con tu casero para firmar la cesión del contrato, en teoría un simple trámite que se complica en cuanto la vivienda se vuelve un laberinto cuántico. De forma directa pero cruda, muestra el elevado coste económico y personal del modelo actual, aunque confiesa “que no quería hacer nada ni trascendental ni reivindicativo”, tan solo desahogarse y reírse de su situación.
Sin caer necesariamente en lo personal, otros videojuegos presentan narrativas críticas. Desde Resistencia Videolúdica citan Somnis petitburgesos de propietat de Pat, “una sátira de la precariedad laboral en el que intentaremos vivir con nuestra pareja en un piso de 25 metros cuadrados” y Streets of Malaje de MQuero, en el que Chari, “una bailaora futurista, después de ser desahuciada por el malvado alcalde de NeoMálaga Franciscator 3000, busca venganza”.