Sandro Mallus declaró a los agentes que había metido el cadáver de su madre, Rosanna Pilloni, en el congelador familiar tras su fallecimiento en enero del año pasado en su casa de la pequeña localidad de Sarroch, cerca de Cagliari. Lo admitió después de que la Policía empezara a investigar los temores de los vecinos, que llevaban meses sin ver a la mujer de 78 años. Según la prensa local, Mallus siguió comprando como si lo hiciera para dos personas, manteniendo la pretensión de que su madre estaba viva.
La Policía tiene previsto realizar una autopsia el lunes y no ha descartado la posibilidad de que Pilloni fuera asesinada, algo que Mallus niega tajantemente. «Mi madre murió por causas naturales», declaró el sospechoso al diario L'Unione Sarda. «Nunca le habría hecho daño. Cuando descubrí su cuerpo estaba desesperado. No tenía dinero para el funeral, así que la encerré allí».
El pueblo sardo de Sarroch está conmocionado. El alcalde del municipio, Angelo Dessi, declaró al diario británico The Telegraph que Sarroch es «una comunidad tranquila y es un lugar sano para vivir» por lo que «nunca piensas que algo así pueda ocurrir aquí». «Tenemos que reflexionar sobre cómo ha podido ocurrir en una comunidad donde todo el mundo se conoce. No podemos entenderlo», expresó Dessi.
La Fiscalía de Cerdeña ha abierto una investigación por los cargos de ocultación de cadáver y defraudación al Estado. Ivan Murgana, un periodista que vive en Sarroch, dijo que cuando los residentes preguntaron al Mallus dónde estaba su madre, el sospechoso dio varias respuestas. La Policía está interrogando al médico de la fallecida y a la farmacia del pueblo para saber más sobre su estado de salud antes de morir.
