Grettel, Reyner, Franklin y Adrián tienen historias difíciles que combinan pobreza, drogas, alcohol, desempleo y desesperación. Sin embargo, este viernes tuvieron un mejor día, pues recibieron abrazos, comida, ropa limpia, vacunas contra covid-19 y tétanos, así como un poquito de chineo.
Todos ellos estuvieron entre el centenar de personas sin hogar que llegaron al barrio El Molino, en Cartago, contiguo al Centro Cívico por la Paz, a la actividad organizada por la Municipalidad de Cartago en conjunto con instituciones como el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), Cartago se guatea, Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), Don Semir Escuela, Salón y Belleza, Área de Salud de Cartago, Centro de Adulto Mayor Manantiales, entre una larga lista de grupos de buena voluntad.
“Mi familia no me soporta por mi alcohol y tengo dos casas y vea en las que ando; desde los 5 años mi hermano me daba guaro... Tenía un año sin tomar y ella (señalando a su acompañante) es la que consigue la comida para cada día. Un señor pasó por Las Ruinas y nos habló de lo que iban a hacer hoy (viernes) y por eso vine. Yo ya no quiero estar aquí, no soporto el frío de Cartago, me mata porque dormimos en la calle. En este ratito me cortaron el pelo y voy a ir por ropa y para que me vacunen”, contó Grettel Vargas.
La mujer, de 43 años, es originaria de Jericó de Desamparados, pero la viudez, la violencia de su siguiente pareja y el desempleo la lanzaron a la calle y de vuelta al alcoholismo, según su relato.
Aparte de ayuda, los asistentes también disfrutaron de presentaciones artísticas, bailes y una obra de teatro. Todo forma parte de la primera fase de una estrategia que quiere sacar adelante el ayuntamiento con el apoyo de muchas entidades y organizaciones.
Según explicó la vicealcaldesa, Silvia Navarro Gómez, el plan es tener un registro de estas personas, la situación en la que se encuentran y las razones, o si sufren adicciones y enfermedades. El propósito final es conocer y atender estas necesidades.
Fichas negras o amarillas: La miserable lotería de camas en la zona roja de San José
“Preliminarmente hasta mediodía día se han atendido alrededor de 100 personas. Por medio del Área Social de la Municipalidad se da el apoyo en el registro y la organización con varios grupos e instituciones del cantón a los que se les invitó a sumarse”, precisó.
Adrián Quirós vivía en San Martín de Oreamuno, pero hace unos 10 años se trasladó a Cartago. Su situación se complicó hace dos años cuando se vio sin qué comer ni dónde dormir.
“Llegó el momento en que no conseguía trabajo, más el consumo del alcohol, eso me llevó a esta situación. En mi adolescencia probé drogas y, aunque ya no consumo licor, la ando pulseando, tratando de resolver mi vida”, expresó este hombre de 37 años y quien sufre de diabetes.
Cuando tiene la posibilidad, dijo, alquila un cuarto en Los Diques. Eso ocurre cuando le pagan por hacer mandados o arreglar jardines.
“Por medio de una de las casas me enteré de que hoy nos iban atender. No me vacuné porque tengo todas (las vacunas), pero gracias a Dios llevo ropita y me han muy tratado bien, debemos tomar las cosas para bien y valorar el esfuerzo que estas personas hacen”, reflexionó.
Habitantes de calle intentan sobrevivir dentro de alcantarillas de la capital
También Franklin Hurtado, de 33 años, ha pagado cuarto en Los Diques. Él se vino de Granada, Nicaragua, huyendo de la situación de su país. Llegó a Cartago porque ahí tiene familia, pero como los parientes están en malas condiciones económicas, prefirió “no ser una carga” y trata de sobrevivir por sí mismo.
“Desde San José me vine a pie y, al ver la situación de mi familia, no quise incomodar y aquí ando en la calle desde hace casi 15 días. Ando solo, hay gente que me regala comida o yo voy a botar basura y me dan ¢1.000 o ¢2.000, y con eso como y cuando puedo pago ¢1.000 en Los Diques, donde un muchacho que alquila cuartos... Pero cuando no se puede, porque es difícil, prefiero no comer pero pagar para dormir o ir a un refugio que hay aquí en Cartago”, relató.
Este viernes iba contento porque lo vacunaron y le cortaron el pelo, porque tenía rato de no hacerlo.
La actividad se viene organizando desde hace mes y medio, detalló Juan Rafael Mora Cerdas de la Asociación No Hago ni Mate, que tres veces a la semana reparte abrazos, galletas y sándwiches a los habitantes de la calle. También les ofrecen una casa-ducha y ropa limpia.
“Esperamos entre 125 y 150 personas que se presenten hoy (viernes) y llenen la ficha FIS (Ficha de Información Social) del IMAS para eventuales asistencias sociales. En nuestro caso, les hablaremos de la asistencia que realizamos sin fines de lucro y el Centro Manantiales les hablará de la oportunidad de que se internen y se restauren”, añadió.
Tal vez Reyner García, lo vuelva a intentar, pues dice que lleva años de rehabilitación y recaídas, como ahora, que cumple una semana en la calle.
“Cuando estoy bien trabajo aquí en el Centro Cívico haciendo trabajos de mantenimiento. Soy maestro de obras, pero soy humano y cometo errores; cuando me recupero nuevamente le pongo al trabajo”, aseguró.