Que el PSOE tiene una posición errática en lo que atañe a la política migratoria es algo que pudo comprobarse en los meses que en su día distaron entre la crisis del Aquarius y la del Open Arms, dos acontecimientos semejantes en los que los socialistas propusieron soluciones antagónicas. Ahora es el propio presidente del Gobierno quien vuelve a contradecirse al fijar posición sobre la inmigración ilegal. Hasta hace apenas unas horas, Pedro Sánchez y sus ministros no dudaron en considerar de extrema derecha cualquier medida que intentara revertir los flujos migratorios irregulares. Ahora, de forma súbita, el presidente ha llegado a describir la inmigración ilegal como «un infierno» y ha considerado «imprescindible» promover el retorno a sus países de quienes lleguen a España irregularmente. Sánchez nos tiene acostumbrados a sus abruptos cambios de opinión pero, para desconcierto de sus socios y cronistas, en esta ocasión ha superado sus propios estándares.