La decisión de retrotraer los 10 puntos porcentuales de suba que se aplicó al impuesto País en el inicio de la gestión libertaria, cuando restan tres meses para la disolución del tributo que más ingresos le proporciona al Fisco, se produce en un momento en el que el impacto fiscal podría ser menor al beneficio político que el Gobierno, necesitado de dar señales de credibilidad, espera obtener para encarar el desafío electoral del año próximo.
Y no tanto por la promesa de bajar impuestos como por la de tener éxito en la tarea de sofocar la inflación, particularmente en tiempos de recesión.
El calendario registra que el mes próximo operarán los vencimientos de Ganancias y Bienes Personales, a lo que se le sumarán los ingresos provenientes de la moratoria, el blanqueo y el adelanto de impuestos, por lo que en Economía esperan compensar la menor recaudación.
Pero, a cambio de bajar al 7,5% la alícuota del impuesto País para las importaciones de bienes y fletes, el ministro Luis Caputo quiere que el sector privado rompa el estancamiento inflacionario con una baja de precios.
"Si la gente ve que nosotros sacamos el impuesto país y ellos no reciben nada, entonces ¿de qué sirvió?... No sirve especular, porque es pan para hoy, hambre para mañana", disparó ayer en una advertencia que, por sobre la libre competencia de mercado, se acerca más al pensamiento de aquellos que sostienen que la inflación no es solo un fenómeno monetario, sino que le otorgan un papel clave a los formadores de precios.
En Estados Unidos se acuñó el vocablo "greedflation" para referirse al aumento de los precios causado por mayores ganancias corporativas, en contraposición a un incremento proveniente de los altos costos de insumos que las corporaciones trasladan a los clientes. Las acusan de haberse vuelto muy avaras y de estar detrás de las subas de precios sin control, un argumento muy utilizado en pandemia y que es esgrimido hoy por la candidata demócrata Kamala Harris como parte de su discurso.
No parece ser el caso en una Argentina afectada por la recesión, aunque desde el lunes, una porción de esos costos saldrá de la ecuación para importadores y algunos sectores de la producción local.
Pero en el país de la sábana corta, puede resultar insuficiente para los planes de Caputo. Y es que si la quita de subsidios nacionales a líneas de colectivos locales de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, donde habita el 35% de la población, termina con cierre de empresas y un incremento del boleto, la inflación personal será mayor para una de cada tres personas y el resultado final podría no ser favorable a la Rosada.