El Coliseo Romano es uno de los monumentos más conocidos en nuestro planeta. De hecho, está considerada de una de las siete maravillas del Mundo Moderno y cuenta con varios siglos de historia. Construido en la época del Imperio Romano como símbolo del emperador para recompensar a su pueblo, a día de hoy se conserva gran parte de su estructura. Pero no toda, pues falta una mitad que aunque en la época moderna no se haya conocido, en los primeros años del monumento estuvo presente.
Aunque no es el anfiteatro más antiguo, el Flavio (nombre real del Coliseo Romano) fue construido entre los años 72 d.C. y 80 d.C. por encargo de los emperadores Vespasiano y su hijo Tito. Este último fue el encargado de inaugurarlo, aunque la construcción completa no finalizó hasta el año 82 d.C.
Así, se constituía el mayor anfiteatro romano, realizado en ladrillo, cubierto con travertino y con una estructura elíptica de 188 metros de longitud, 156 metros de ancho y 57 metros de altura. Su capacidad era de más de 50.000 personas.
En su inauguración, se organizó una fiesta que llegó a durar hasta cien días, y en ella murieron decenas de gladiadores. Desde su construcción, el Coliseo Romano ha sido utilizado para una gran cantidad de propósitos. El más conocido, por supuesto, las peleas de gladiadores en la arena del anfiteatro, pero también tenían lugar otros espectáculos públicos como naumaquias, cazas de animales, ejecuciones, recreaciones de batallas u obras de teatro. E incluso, hubo una etapa en la Edad Media en la que fue utilizado como vertedero.
No obstante, su estructura completa no logró sobrevivir a una serie de terremotos que tuvo lugar en la capital italiana en el siglo XIV, que conllevaron a una pérdida gradual de la edificación debido a las fuertes sacudidas, y así, el terremoto en 1349 que sufrió Roma fue definitivo para que la estructura cayese.
A eso habría que sumarle el abandono y la falta de mantenimiento del monumento que había tenido desde su construcción, sobre todo tras algunos incendios que tuvieron lugar en los últimos siglos del Imperio Romano.
Por suerte, la piedra que acabó derribada se pudo reutilizar, pues las autoridades la usaron para la construcción de muchos palacios, hospitales u otras estructuras arquitectónicas. Lo cierto es que tal y como ha evolucionado la tecnología, se podría reconstruir el Coliseo y que vuelva a tener la estructura que tuvo en su origen. No obstante, los expertos afirman que el coste sería bastante elevado y no se podría cubrir al completo.
En el siglo XIX, se realizaron trabajos para su remodelación, y durante la Segunda Guerra Mundial, pudo sobrevivir a continuos bombardeos que la ciudad de Roma sufrió, así como diversos atentados. En la actualidad, el anfiteatro es considerado Patrimonio de la Humanidad desde 1980, un símbolo de Italia y la arquitectura histórica y es visitado anualmente por más de seis millones de personas.