A 14 kilómetros de altura, Laura pasa jornadas maratonianas a elevadas temperaturas, sin electricidad y ningún ser humano en kilómetros a la redonda, con la compañía de la fauna y de los bosques que le insuflan aire fresco mientras los mira sin pestañear. Desde hace 19 años es vigilante de una torreta de incendios . Sus retinas apuntan al horizonte para poder dar una temprana alerta. Junto a su puesto en Monteblanco (Valladolid) hay otros 164 repartidos por Castilla y León desde donde un par de ojos cubre cada día, en la época de peligro alto de incendios, un radio de 360º. A ellos se han ido sumando otras decenas de miradas más. En este caso en forma de pixeles....
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