Miguel Díaz, representante de la Ong «Mundo Nuevo», trabaja con menores que llegan a las Islas Canarias. La semana pasada puso voz a las organizaciones que asisten a estos jóvenes y trasladó al Ejecutivo regional el colapso que atraviesan los recursos de acogida.
¿En qué situación se encuentran ahora mismo los recursos de acogida de la comunidad canaria?
En estos momentos estamos al borde del colapso. Estamos en una situación absoluta de desbordamiento con el ritmo de llegadas, especialmente en los dos últimos años. Las asociaciones que nos dedicamos a la protección de menores ya teníamos suficiente trabajo con los chicos de aquí, de Canarias y, con la llegada masiva de migrantes, hemos tenido que crear nuevos espacios. Muchos ahora se encuentran masificados y no se les está dando la respuesta adecuada según los tratados internacionales.
¿Qué carencias sufren los centros?
Por un lado, no conseguimos los profesionales suficientes para el proceso de acompañamiento, asesoramiento e integración que los niños necesitan. Por otro lado, el espacio. No conseguimos locales. De alguna manera la gente tiene miedo y cierta inseguridad por la llegada de menas que está repercutiendo en los comportamientos de personas, que se niegan a ofrecer los espacios. A todo ello, añade que se prevé la llegada de muchos más menores en los próximos tres meses.
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que os enfrentáis?
Estamos intentando hacerlo lo mejor posible. Obviamente, no es lo mismo intentar trabajar con niños que puedan tener entre 6 a 14 años, que es una edad donde realmente el tema de la búsqueda un itinerario de formación, y educación es muy específico y concreto a los chicos que tienen de entre 16 o 17. Las necesidades de ellos son absolutamente diferentes. Los que son mayores buscan un empleo o saltar desde aquí al resto de Europa… Eso, de alguna manera, hace que el trabajo con ellos sea bastante más difícil. A esta circunstancia, añade su cultura y su lengua.
¿Cuál es el perfil de los menores a los que dais asistencia?
Hay absolutamente de todo. Tenemos perfiles de personas que llegan con una gran capacidad de integración, de búsqueda de normalización, de dejarse ayudar. Y, después, hay otros que vienen engañados. Éstos están con unos comportamientos y actitudes que no son favorecedores del proceso de integración porque no quieren aprender, sino trabajar de forma inmediata. Luego tenemos otros chicos que lo que buscan es conocer a otros chicos: divertirse y ser feliz. Además, hay caracteres complicados porque también llegan chicos con problemas de enfermedades, incluso cognitivas. Puede que el lugar de salida sea Mauritania o Senegal, pero la procedencia es bastante variada. Vienen de Mali, de Guinea y otros países del África Subsahariana.
¿Qué opinión le merece la polémica respecto al traslado de menores a la Península Ibérica dar y la gestión que está llevando a cabo el Gobierno?
Somos una comunidad limitada, en territorio y en recursos. Si somos Europa para el desarrollo de la economía también deberíamos ser Europa para esta problemática. No puede mirar para otro lado.