Por Toncek Arko
Partió hacia las montañas eternas José Moreno, montañés de alma, apasionado por las aventuras en la naturaleza, socio y colaborador del Club Andino Bariloche y su comisión de auxilio (CAX). Fue contador público nacional y durante varios años revisor de cuentas en la comisión directiva del CAB. Una persona ordenada, con buen humor, de bajo perfil, dispuesto a colaborar y trabajar en equipo, de palabras pausadas y trato amable y cordial. En resumen, un gran tipo, una persona con la cual fue un gusto compartir la montaña y la naturaleza.
José llegó a Bariloche en los años 80, junto a su esposa y cuatro hijos. Pronto se vinculó con el CAB y comenzó a transitar las montañas con Edgar Köpcke, Ricardo Galíndez y Rodolfo “Pato” García Susini. Los tres formaban parte de la CAX y por ello José también comenzó a colaborar en la búsqueda de perdidos y lesionados en montaña. Edgar lo recordó como una persona “muy prolija y ordenada, que supo ser un excelente asistente en temas de logística. En la CAX no sólo hacen falta voluntarios que suban corriendo a buscar al accidentado, también hay que saber organizar las comunicaciones, el transporte, el equipamiento y un montón que cosas necesarias para que los que suben a prestar auxilio tengan éxito. José sabía ocuparse de ello y lo hacía con gran solvencia”.
En diciembre de 1987 participó de una recordada travesía cordillerana, por el paso de los Vuriloches, desde Chile a Argentina. Años en que no existían los puestos de migraciones de hoy en día, los senderos eran muy difusos y las comunicaciones inexistentes. No obstante, guiados por Edgar y Pato, José Moreno, Carlos Perner, Ariel Asuad, Ricardo Galindez, Horacio Planas y Carlos Perlinger completaron la excursión con éxito.
En esos años, José, junto a Edgar, el Pato y otros montañeses armó un refugio en las inmediaciones de la playa Tril Tril (Chile), para ocasionales salidas con amigos, al cual José bautizó “Licorita volvé” y aún continúa siendo un lugar de encuentro de aventureros.
También fue esquiador y entusiasta por las carreras de aventura, participando en numerosas de ellas, corriendo en equipo o prestando asistencia a los amigos más expertos. Carlos Lebermann, uno de sus compañeros de aventura, lo recordó como un “excelente compañero, de perfil bajo, pero gran predisposición para sumar y colaborar en grupo”. Compartieron juntos caminatas y ascensiones durante muchos años.
José tiene un extenso listado de montañas ascendidas, producto de una actividad de cuatro décadas. No fue escalador, pero si un muy buen caminante. Siempre se entrenaba, caminando, corriendo, haciendo ejercicios. Ascendió la mayoría de los volcanes argentinos y chilenos de norpatagonia, como el Osorno, Puyehue, Llaima, Lanín, Domuyo y muchos otros, en compañía de sus compañeros de aventuras: Carlos Lebermann, Horacio Gamen, el Turco Gattas, Kike Zorzoli, Raúl Colombo, Juan Dedyn, Pablo Pugliese, Gustavo Porrino y Andrés Martinez Infante.
También piso las cumbres del Kilimanyaro en Africa y el Aconcagua en Mendoza, en este último caso, integrando una excursión conmemorativa por los 75º años del CAB, junto con Mónica Mazar.
Participó en varias carreras de aventura, integrando equipos o bien en la logística y asistencia a un grupo deportivo. Corrió la 4 Refugios y el Desafío de Los Volcanes, en este último caso con Horacio Gamen y Tomás Smart.
De la misma forma en que no practicó escalada tampoco se interesó en ser un atleta. Su objetivo siempre fue disfrutar la naturaleza, compartir la montaña y las aventuras con amigos. Lo importante no era la cumbre, la meta, el tiempo. Priorizó la experiencia compartida, la camaradería y los buenos momentos. Por ello, fue muy querido y respetado por todos sus compañeros de aventura.
José falleció en Bariloche durante la mañana del viernes 23 de agosto de 2024, a la edad de 75 años, víctima de un cáncer. Será cremado y sus cenizas depositadas en el Cementerio del Montañés, junto a sus compañeros y amigos de la montaña.
Despedir a José es imposible. Su compañerismo, su buena onda y su amistad perdurarán en todos los que tuvimos el gusto de conocerlo. Gracias a personas como José, la CAX tiene 90 años y el CAB 93, pues su silencioso y desinteresado compromiso solidario permitió que los ideales de la solidaridad y el amor al prójimo superen todos los obstáculos. ¡Muchas gracias José!