Tras la llegada de la pandemia, la educación convencional dio un importante cambio, abriéndose paso hacia la virtualidad y a la implementación de nuevas tecnologías. Sin embargo, desde hace más de 30 años, un colegio en Sudamérica ha innovado al poner en práctica un novedoso modelo educativo, al no implementar exámenes, brindar horarios libres y además ninguno de sus estudiantes repite algún curso.
Este sorprendente modelo, que permite a sus estudiantes adquirir autonomía y responsabilidades, ha logrado tal éxito que se ha expandido a otros países como México, España e incluso Estados Unidos.
Con más de 30 años de historia, el colegio Fontán Capital inició sus operaciones en 1993, y en la actualidad le brinda a sus más de 30.000 estudiantes en Colombia la Educación Relacional Fontán (FRE). Este consiste en dar respeto, planes académicos, de comportamiento, de recreación, de salud, de pensamiento y un proyecto de vida personalizado a cada uno de sus estudiantes.
Para ello, se separa a cada alumno por niveles de autonomía y no por cursos como lo haría un colegio convencional. Con ello se garantiza que cada menor reciba el acompañamiento según sus necesidades y tiempo de aprendizaje.
En entrevista con el medio última Hora, Julio Fontán, educador y director de este colegio, señaló que este innovador método busca que los estudiantes puedan seguir aprendiendo siempre y que no solo se queden con lo que el temario dice. "Mientras que en un colegio público el estudiante, al acabar el curso, ha visto el 70% de temas, en nuestra escuela deben llegar 100%”, añadió.
De esta manera, cada alumno y sus padres pueden elegir cuando iniciar el año escolar con un programa de aprendizaje adaptado. En este sentido, las fechas de las vacaciones también son de libre elección, lo que facilita mucho la educación de jóvenes deportistas o de quienes van a conservatorios de música.
Uno de los aspectos más innovadores del método de Educación Relacional Fontán (FRE) es que maestros cumplen una laboral más de acompañamiento en el descubrimiento de sus habiliades.
Julio Fontán señala que los estudiantes no dependen completamente de sus profesores, ya que estos no están con ellos en todo momento. En su lugar, algunos educadores "se enfocan en desarrollar el pensamiento, ayudando a los niños a ser autónomos; mientras que otros se ocupan del desarrollo del comportamiento, es decir, de los aspectos emocionales y sociales del menor", según explicó al medio ABC.
Los educadores, como les gusta ser llamados, inician sus jornadas conversando con los alumnos. En estas reuniones matutinas, los estudiantes deciden qué tareas van a abordar, cómo van a organizarlas y, al final del día, resuelven cualquier duda que surja. Forlán explica que tanto el trabajo individual como en grupo se enfoca en analizar errores, extraer lecciones y evaluar las soluciones adoptadas.