Hablar de la 'operación bikini' a estas alturas del verano no solo sería absurdo, sino además ineficiente. Como veremos más adelante, de nada vale pasarlo mal, privarse de todo y perder unos cuántos kilos de sopetón. Además de no ser nada sano y poder dejar secuelas en el cuerpo, 'lo que fácil se va, fácil viene', o viceversa.
No hay más que ver a los luchadores de boxeo o MMA (artes marciales mixtas) y lo mucho que sufren para llegar lo más delgados posibles al pesaje, que se hace un día antes del combate. En cuestión de menos de 24 horas, muchos engordan como por arte de magia cinco kilos o más, y esto es porque se han estado sometiendo a un ayuno y deshidratación extremos, lo que es altamente perjudicial para el organismo.
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El objetivo de toda dieta no es solamente perder (o ganar) peso, sino hacerlo de forma saludable. En castellano existe la maravillo diferencia entre 'ser' y 'estar'; y es que no es lo mismo comer muy bien y cumplir con unos objetivos súper estrictos durante unas semanas que realmente llevar una vida saludable. Es nuestro bienestar lo que perseguimos y lo que está en juego, así que la única fórmula válida es una 'carrera de fondo' y no un sprint final.
De la misma forma en que no es bueno darse atracones de comida, tampoco lo es obsesionarse con bajar kilos de golpe. El castigo al propio cuerpo de esa manera no sirve de nada, la clave está en educarlo. Y para ello no es necesario tanto sacrificio, pero sí más constancia, los sobreesfuerzos son insostenibles en el tiempo. La mejor manera de entrenar a nuestro organismo es modelando sus propias reglas, en este caso, el ritmo del metabolismo.
La palabra 'metabolismo' vemos cómo muchas veces se utiliza como quien enuncia un conjuro mágico para justificar dietas o terapias milagrosas, pero realmente no tiene ninguna mística. El metabolismo no es otra cosa que los procesos físicos y químicos naturales del cuerpo para fabricar y utilizar energía. Es una ciencia como cualquier otra y, quitando algunas condiciones o factores externos a la voluntad, se puede ir domando poco a poco hasta conseguir adelgazar poco a poco y de forma estable.
No en todas las personas se da igual, pero por norma general tenemos un metabolismo rápido hasta más o menos los 20 años. Después, la capacidad de 'quemar' energía del cuerpo se estabiliza hasta los 50 o 60 años, cuando se vuelve increíblemente más lento, por lo que es normal experimentar un aumento de peso en esta etapa vital, a pesar de no haber variado la dieta.
Hay un refrán que reza: "Dale un pez a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida". Pues bien, con la dieta ocurre algo muy similar. El objetivo no es verse bien este verano, sino mantenerse en un peso saludable de forma sostenible todo el año. Y para ello basta con intentar corregir nuestro metabolismo para que se vuelva a acelerar y requiramos de más energía, o sea, que el consuma más grasa de manera natural.