El tenis es un deporte que desespera, que frustra, y a veces lleva a los jugadores a malas actitudes. Hasta tenistas modélicos como Carlos Alcaraz tienen algún desliz como el que el murciano en Cincinnatti contra Monfils, donde rompió la raqueta porque no le salía nada en pista. Es algo que no se le había visto, que tampoco tiene mucha más importancia, más todavía cuando él mismo ha pedido perdón en varias ocasiones.
Lo que pocas veces (o ninguna) se había vivido en una pista de tenis fue lo que hizo el estadounidense Maxime Cressy al caer en la tercera ronda de la fase previa del US Open contra el británico Jan Choinski que, por cierto, será el primer rival del español Roberto Carballés en el cuadro final.
Al acabar el encuentro, Cressy empezó a tirar a la pista toda la basura que tenía acumulada en su banquillo: los plásticos de las nuevas raquetas, botellas, las cáscaras de plátano...
El duelo lo ganó Choinski por 6-0, 6-7 (5/7) y 7-6 (12/10) y la desesperación de Cressy fue por las oportunidades perdidas. Después del “rosco” del primer set, el estadounidense "llegó" de verdad al partido y al final del último parcial pudo cerrarlo. Hizo break para ponerse 6-5, y con su servicio se vio 40-15, dos pelotas definitivas que desaprovechó. Después, en el supertiebreak vivió una montaña rusa. Del 6-3 a favor pasó al 7-9 en contra y después al 10-9, la tercera bola de partido... Que tampoco pudo concretar. No hizo un punto más y se despide del último Grand Slam del año.
Cressy, de 27 años, es en la actualidad el número 161 del mundo, aunque en 2022 llegó a estar el 31. En esa temporada conquistó el único torneo que hay en su palmarés, Newport, y también jugó las finales de Melbourne (perdió contra Rafa Nadal) y Eastbourne. En 2023 disputó la de Montpellier.
Su estilo de juego lleva a tiempos pasados, pues mete mucha presión usando continuamente el saque y volea. Algunas de sus pasiones son el yoga y la meditación, pero esta vez no fueron suficientes para contener la impotencia.
