En torno al 30 de agosto, los argentinos se preparan para la llegada de la tormenta de Santa Rosa, un fenómeno climático con una conexión especial a la festividad del mismo nombre.
Esta tormenta tiene una naturaleza meteorológica tan incierta como el mito que hay alrededor de ella. Generalmente, la tormenta de Santa Rosa se produce entre los últimos cinco días de agosto y los primeros cinco días de septiembre.
Este evento climático ocurre cuando las primeras oleadas de aire cálido empiezan a encontrarse con frentes fríos a medida que la primavera se acerca, generando así un temporal de considerable magnitud.
La tormenta de Santa Rosa impacta principalmente en el centro y noreste de Argentina.
En contraste, en regiones como la Patagonia y el noroeste argentino, donde prevalece una estación seca y cielos despejados, este fenómeno es poco frecuente y generalmente no se manifiesta.
Para el viernes 1 de septiembre, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronostica un 40% de probabilidad de tormentas aisladas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Aunque algunos podrían interpretar que la "tormenta de Santa Rosa" es la responsable de estas lluvias, la realidad es que la probabilidad de que esto sea así parece ser baja.
Las condiciones meteorológicas inestables se mantendrán durante el fin de semana, pero no necesariamente alcanzarán el nivel de una tormenta de Santa Rosa.
La exactitud de la "tormenta de Santa Rosa" fue objeto de debate durante años.
Un análisis realizado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que revisó 117 años de datos de precipitaciones en Buenos Aires, mostró que en 66 ocasiones se registraron lluvias en los cinco días anteriores o posteriores al 30 de agosto.
Esto equivale a una probabilidad del 56,41% de que se produzcan lluvias alrededor de esa fecha.