En muchas situaciones, el refranero español explica a la perfección una situación y también para la política climática. En este caso, «grano a grano se hace granero» o «quien mucho abarca poco aprieta» sirven para resumir dos décadas y 1.500 medidas climáticas. De ese millar y medio de actuaciones solo 63 han servido realmente para conseguir grandes reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero. Así lo revela una investigación del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático. «Para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París, es esencial saber qué políticas climáticas funcionan eficazmente a escala», afirman los autores. «A pesar de la implementación de miles de políticas climáticas en todo el mundo durante las últimas dos décadas, hay poco consenso sobre qué políticas son más efectivas. Esto enfatiza la necesidad de una evaluación global detallada», advierten. En su estudio, el equipo liderado por los investigadores Annika Stechemesser y Nicolas Koch han analizado las medidas de más de una cuarentena de estados que son los responsables de cerca del 81% del total de las emisiones de CO2 lanzadas a la atmósfera en las últimas décadas. De todas las actuaciones analizadas, solo el 4,2% de ellas sirvieron para hacer caer la contaminación. «La combinación de varios instrumentos de política suele ser más eficaz que el uso de medidas individuales, lo que contradice las afirmaciones de que las combinaciones de políticas pueden ser redundantes», detalla la investigación. Según los hallazgos, estas 63 políticas han conseguido reducir las emisiones totales entre 0,6 mil millones y 1,8 mil millones de toneladas de CO2. Unas cifras muy lejanas a lo acordado en 2015 en la COP21 de París para mantener viva la esperanza de limitar a 1,5 grados el aumento de la temperatura media con respecto a la era preindustrial. «La ampliación de las políticas exitosas podría cerrar la brecha de emisiones, requerirá un esfuerzo adicional significativo, incluida la necesidad de más investigación y mejores datos», añaden. Pero la ambición climática «es insuficiente», según Naciones Unidas. Los esfuerzos de cada uno de los países para reducir el impacto del cambio climático se encuadran en las famosas 'contribuciones determinadas a nivel nacional' (NDC, siglas en inglés). Estas hojas de ruta surgieron tras el Acuerdo de París y en la última cumbre del clima se revisaron. El dictamen fue claro: «Son insuficientes para limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados». Estos planes contemplan que en 2030, los países del mundo emitirán 51,6 gigatoneladas de gases de efecto invernadero. Esto supone un 50,5% más de lo que se emitía en 1990, un 8,8% más de lo que se emitía en 2010 y un 2% menos de lo que se emitía en 2019. Sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para 2030 aún deben reducirse en un 28% para la senda de 2 grados del Acuerdo de París y en un 42% para la senda de 1,5 grados. Hoy por hoy, la aplicación de estas pondría al mundo en el buen camino para limitar este siglo el aumento de la temperatura a 2,9 grados por encima de los niveles preindustriales. La plena aplicación de las NDC condicionales reduciría esta cifra a 2,5 grados. Los investigadores del Instituto de Potsdam piden a las autoridades políticas centrarse en medidas que combinan subsidios y regulaciones. «Son las más efectivas», defienden. En su análisis, los mecanismos de fijación de precios sobresalen en los sectores de la industria y la electricidad, mientras que una combinación de incentivos y regulaciones beneficia a los edificios y el transporte. En el caso de España, el estudio indica que las medidas más efectivas se han centrado en el sector del transporte y en el de la electricidad. Por su parte, en los países en desarrollo, la fijación de precios fue menos efectiva, lo que indica que podrían ser necesarias medidas regulatorias y de subsidios iniciales.