Ya no es una cuestión de preservar la lengua, sino de embutir hasta el hartazgo uno de los dos idiomas propios de los independentistas, el menos útil. Y la perversión se ha generalizado tanto que hasta hay quienes, contrarios a todo principio moral, empiezan a ver con buenos ojos que el catalán se inyecte en vena, que es algo hasta cierto punto admisible, pero contrario al derecho de quienes ni quieren ni pueden aprenderlo. Las lenguas que sirven como vehiculares o francas no son muchas porque sirven como instrumento natural de la humanidad. Desde la profundidad de los tiempos ha sido a ...