Incomprendido, idealista, soñador, Quijote de los banquillos ticos, una y otra vez se estrella contra el molino de viento y cae magullado en la colina sin un Sancho que lo levante.
Se levanta solo, entablilla los huesos rotos y, apenas puede, lo vuelve a intentar. Lo admiro por eso.
Enamorado del buen trato a la pelota, como si fuese una Dulcinea, suele dominar las estadísticas de posesión de balón y se empeña en lograrlo, a costa de no pocos riesgos. Menos testarudo que años atrás —cuando arriesgaba la vida en cada salida, con o sin jugadores aptos—, hoy cabalga más cerca de un fútbol equilibrado.
Algún día, quizás, será un técnico de más variantes. Algún día, tal vez, encuentre el equipo a su medida.
Quizás le falta vértigo —a juzgar por el Herediano—, dinámica, más pases filtrados, más mano a mano, más opciones estratégicas que ir encerrando poco a poco al rival hasta convertirlo (a falta de gol propio) en un feroz atrincherado e infranqueable enemigo.
Jugar al contraataque posiblemente no está en su manual, ni siquiera como señuelo en algunos minutos del juego.
Es Wálter el Paté Centeno, una especie de incomprendido que sueña con hacer de su equipo lo que él fue como jugador.
A ciegas lo contrataría para un equipo de liga menor, sin la presión de la prensa ni la urgencia de resultados, con tiempo para forjar carácter y jerarquía con la pelota. Le daría el equipo infantil que diez años después marcará época con él como timonel. ¿O será que también padezco un poco de delirio?
Lo de Herediano, en cambio, resulta incomprensible.
¿Qué conocedor de fútbol contrata a Wálter Centeno para despedirlo 79 días después, luego de apenas seis fechas de campeonato nacional y dos de Copa Centroamericana, con cuatro triunfos, dos empates y dos derrotas?
Cualquier apuesta por el Paté pasa por el mediano plazo, en el menor de los casos, como insinuó aquel Grecia de brillantes partidos y tropiezos memorables. El mismo de “pegué baile” aun en la derrota. El incomprendido Centeno necesita tiempo; el incomprensible Herediano necesita un no sé qué.
Entendería que el Team no está para romanticismos ni Quijotes de la cancha, si se tratara tan solo de Centeno, pero las estadísticas del periodista Cristian Sandoval revelan 15 cambios de timonel en poco más de cuatro años, incluyendo a entrenadores de capacidad innegable como Hernán Medford, Jeaustin Campos y Luis Marín.
Un equipo con una plantilla robusta, jugadores de calidad y variadas estirpes, tenaces como Yeltsin Tejeda o artistas como Elías Aguilar, Gerson Torres y Rolando Araya, me ha llevado en más de una ocasión a elegirlo como favorito al título en el tradicional sondeo de La Nación previo a cada campeonato. Supongo que es pecata minuta de un periodista pasar por alto la lección que nos ha dado Saprissa una y otra vez, con más estabilidad que fichajes, tanto en su plantel como en el banquillo.
Que yo falle mi pronóstico, a pocos debería sorprender. Más extraño resulta tanto desatino en el club con la ventaja de tener al hombre 360 del fútbol nacional: exjugador, técnico, gerente, presidente, federativo y no sé qué más, al parecer capaz de hacerlo todo, levantar un estadio, apagar cada incendio.
Si alguna que otra vez ha dado resultado desechar y contratar, deshacer y empezar de nuevo, los escasos dos títulos de Herediano en los últimos diez torneos sugieren un camino equivocado.
¿Se equivoca quien elige a los técnicos o quien los despide con apenas seis fechas jugadas? No lo sé. Me resulta más fácil interpretar al incomprendido Wálter Centeno que al incomprensible Herediano liderado por Jafet Soto.
Una de las entrevistas que más he disfrutado en mi vida se la hice a Wálter Centeno hace unos años. En ella, el técnico discute, explica, reta, pelea, defiende su idea con uñas y dientes. Uno puede estar de acuerdo con algunas ideas y en total discordancia con otras, pero da gusto ver a alguien creyendo tan fielmente en su ideal y denfenderlo a ultranza. Se la recomiendo. Desde entonces, Centeno ha evolucionado en algunas cosas y cedido un poco en busca de un fútbol más equilibrado entre estilo y resultado. Igual, sigo creyendo que aquel Diálogos lo retrata. Se lo comparto aquí.
Wálter Centeno: 'Costa Rica no fue un derroche de fútbol en Brasil 2014'