Este martes se cumplen 16 años desde que el vuelo JK5022 de Spanair se estrellara en el aeropuerto de Madrid-Barajas en su despegue hacia Gran Canaria en 2008, a las 14:24 horas, dejando 154 víctimas mortales y 18 heridos.
Como cada año, la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022 celebrará actos y ofrendas florales en Madrid y Gran Canaria en recuerdo de las víctimas del accidente, una de las tragedias aéreas más graves ocurridas en España.
En el caso de Madrid, la organización celebrará un acto en la Terminal 2 del aeropuerto de la capital en el que presentarán la Fundación A20 Seguridad Aérea, que ya fue anunciada el año pasado en ese mismo día.
Esta fundación tiene como finalidad promover la cultura de la seguridad aérea y la prevención de accidentes en todos los intervinientes en las operaciones aéreas –administraciones, organizaciones internacionales, fabricantes, operadoras, personal aeroportuario, profesionales y usuarios–, y la defensa de cuantos derechos correspondan a las víctimas de accidentes aéreos y sus familiares.
Por su parte, en Las Palmas a las 11 horas (hora local), se llevará a cabo una ofrenda floral en el Monumento El Cubo, situado en la zona de la Puntilla de la Playa de Las Canteras. Una hora más tarde habrá otra ofrenda floral en la Plaza de La Memoria.
Hasta este caso, el peor accidente de la aviación en España se había producido en el año 1977, cuando dos aviones comerciales chocaron en Los Rodeos (Tenerife Norte), lo que provocó el fallecimiento de 583 personas.
Spanair quebró en 2012 y la causa judicial se cerró hace diez años, pero la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022 mantiene su reivindicación para defender los derechos de los afectados por accidentes aéreos.
Después de este accidente, que marcó un antes y un después en el ámbito de la seguridad aérea en España, el Parlamento Europeo aprobó en 2010 la obligación de las aerolíneas de facilitar la lista de pasajeros en un máximo de dos horas en caso de siniestro, a petición de España. Esta reivindicación fue llevada por la asociación a Europa, tras las 30 horas de angustiosa espera por conocer la lista de pasajeros. En España, se aprobó en agosto de 2013.
Además del Programa Estatal de Seguridad Operacional para la Aviación Civil, España aprobó en mayo de 2014 el Protocolo de Coordinación para la asistencia a víctimas de accidentes aéreos y familiares, Real Decreto que reconoce la labor de la asociación.
También se creó una Red Europea de Autoridades de Investigación sobre la Seguridad de la Aviación Civil y se emitieron hasta 31 recomendaciones a raíz del informe final de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil que incluía un total de 33. España ya está al día con las recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) tras el accidente de Spanair de 2008.
Pilar Vera, presidenta de la Asociación de Víctimas del Vuelo JK-5022, ha criticado en cada anivesario la pasividad del Estado.
Recuerda con dolor que aquel día Madrid amaneció soleado. Nada hacía presagiar que se convertiría en uno de los más negros de la historia del país. Faltaban quince minutos para las tres de la tarde cuando el vuelo JK-5022 de Spanair, que se dirigía a Gran Canaria, se estrellaba en el propio Aeropuerto de Barajas instantes después del despegue. Transportaba a 172 personas y murieron 154. Las críticas a la gestión de la tragedia y las dudas en torno a la legitimidad de la posterior investigación han hecho que las heridas de los supervivientes y los familiares de las víctimas no hayan cicatrizado. Así lo afirma Pilar Vera: «La tragedia está viva, el JK sigue volando. Por fin se ha abrió una comisión de investigación en el Congreso gracias a nuestra labor», explicaba en su día a LA RAZÓN.
Aunque haya pasado tanto tiempo, las causas del siniestro aún no están claras. Si bien un informe de 2011 de la Comisión de Investigación de Accidentes señaló que el avión se estrelló porque los alerones empleados para aterrizar y despegar no se desplegaron –y la tragedia se agravó porque la tripulación no hizo las listas de chequeo y porque el sistema de alerta al personal a bordo no funcionó–, las víctimas nunca dieron por buena esta versión.
Un dossier encargado junto con el Colegio Oficial de Pilotos de Aviación Comercial apuntaba a que el mal funcionamiento del relé –el dispositivo que suministra electricidad al calefactor de la sonda de temperatura de la aeronave– está también detrás de esta terrible fatalidad.