Los zafiros son unas de las gemas más valiosas del mundo. A lo largo de la historia, ha adornado túnicas de la realeza y está presente en joyas caras. Su extraordinario color azul es utilizado como estándar para la medición de otras piedras preciosas, según el Instituto Gemológico de América. Recientemente, un equipo de geocientíficos ha descubierto nuevas pistas sobres su origen.
Para que un zafiro se forme, se requieren condiciones de alta presión y temperatura. Se han hallado estas gemas en depósitos naturales en la región volcánica de Eifel, en Alemania. Los investigadores, de la Universidad Heidelberg, buscaron responder si la formación de los cristales sucedía en el manto terrestre o a partir de otros efectos durante el ascenso del magma. Para ello, examinaron 223 de estas piedras preciosas de la región.
Un zafiro es una piedra preciosa, variedad del mineral corindón, reconocido por su alta dureza y extrema resistencia al desgaste. Esta gema está compuesta principalmente de aluminio y oxígeno.
Por su durabilidad y belleza, los zafiros suelen utilizarse en anillos, collares, aretes y otros objetos de joyería. Debido a su resistencia, también pueden ser empleados para aplicaciones industriales y científicas, como los componentes ópticos y ventanas de relojes.
La mayoría de zafiros que se hallan en el mercado son de color azul. La tonalidad se debe a la presencia de trazas de hierro y titanio en la estructura de mineral.
El equipo de expertos recogió las muestras de zafiros de rocas halladas en depósitos volcánicos, en canteras de la región. Pero, según indican en un comunicado de la casa de estudios, la mayoría de estas gemas proceden de sedimentos fluviales.
"Al igual que el oro, el zafiro es muy resistente a la intemperie en comparación con otros minerales. Con el tiempo, los granos se desprenden de la roca y se depositan en los ríos. Debido a su alta densidad, son fáciles de separar de los componentes más ligeros del sedimento mediante una batea de oro", detalló Sebastian Schmidt, quien dirigió la investigación.
Para la investigación se utilizaron zafiros obtenidos de los depósitos volcánicos por la facilidad de acceso. “Aunque no se ha identificado zafiro de grado gema económicamente explotable en Eifel, su entorno geodinámico como parte de la Provincia Volcánica Centroeuropea del Cenozoico, no obstante, típico de las ocurrencias globales de gemas de zafiro”, se explica en el estuio publicado en la revista científica Contributions to mineralogy and petrology.
Pese a que ya se conocía que había una relación entre la actividad volcánica y los zafiros, los geocientíficos querían identificar el preciso momento en que se originaban los cristales. Estudiaron los isótopos de oxígeno, para identificar en qué capa de la Tierra podían hallarse estas moléculas presentes en la gema. También hicieron dataciones de uranio-plomo.
Los investigadores determinaron que algunos zafiros heredaron características del magma del manto y otros se formaron cuando este ya hizo contacto con la roca de la corteza terrestre. El origen habría ocurrido a no más de 7 kilómetros bajo la superficie.
Parte de la formación es posible porque el magma del manto derrite la roca mientras esta avanza. En ese proceso, el material volcánico transfiere proporciones isotópicas del manto al corindón, este es el principal mineral que compone a los zafitos.
“En Eifel, tanto los procesos magmáticos como los metamórficos, en los que la temperatura modificó la roca original, jugaron un papel en la cristalización del zafiro”, precisa Schmidt.
Los zafiros suelen estar asociados con el color azul. Su nombre, según el Instituto Gemológico, proviene de sappheiros, que en griego hace referencia al lapislázuli, una piedra de color azul intenso.
Sin embargo, el corindón por el que se compone puede ser de color violeta, verde, amarillo, naranja, rosa, morado y tonos intermedios. Cuando la gema es de color rojo, es denominada rubí.
