"La tecnología debe darle a la gente la posibilidad de construir su propio futuro". La afirmación pertenece a Audry Tang, exhacker y exministra de Taiwán, quien durante su gestión creó y ejecutó con éxito lo que describe como "democracia digital", un sistema en el que son los ciudadanos los que establecen las prioridades a tratar. Tang protagonizó la creación y difusión de plataformas online de software libre para dar voz a la protesta estudiantil conocida como "la revolución de los girasoles", que ocupó y paralizó el Parlamento taiwanés durante más de tres semanas.
La tecnología fue decisiva para canalizar las protestas, calmar el caos de una democracia tambaleante y darle una resolución pacífica a un conflicto que cambió las relaciones del Gobierno y la sociedad civil.
De alguna manera, ella exhibe lo sencillo de quebrar moldes y multiplicar las voces para un diálogo abierto y una mayor participación social. Esta alianza con la tecnología también tiene como protagonistas a las empresas. McKinsey sostiene que la inteligencia artificial (IA) generativa es la nueva frontera de la productividad. "Se están re imaginando puestos de trabajo y transformando sectores en cuestión de meses, no de años. Esto proporciona a las personas una nueva superpotencia; y a la economía, una inyección de productividad muy necesaria", destaca.
Cuando Javier Milei era candidato tuvo la visión de un país con déficit cero y baja inflación y la compartió con sus potenciales votantes. Cuando asumió como Presidente, trazó una estrategia para lograrlo. Hoy, con el diario del lunes, sabemos que fue posible. Los resultados lo avalan. Pero cuando se trataba de la visión del líder, su propuesta era poco creíble para una inmensa mayoría.
A siete meses de su asunción, Milei tiene una nueva visión: convertir a la Argentina en un hub global de inteligencia artificial. Para lograrlo, otra vez trazó una estrategia y se reunió con líderes tecnológicos para comunicar su oferta con el propósito de atraer inversiones. ¿Cuál es la diferencia con su primera visión? Que aún no es lunes. La estrategia del hub global está en progreso y el éxito requiere de activos intangibles: comunicación, credibilidad y confianza.
En tiempos de Juegos Olímpicos, vemos con frecuencia ejemplos de la correlación perfecta entre convicción, esfuerzo y logros. Esto que parece una obviedad, se vuelve especialmente importante en un momento como el actual, de cambio de ciclo, de nuevos liderazgos, donde las formas y el fondo muchas veces se confunden y las certezas y las dudas conviven.
Hoy hay dos conversaciones que nos convocan, la de las correcciones y la urgencia, y la del desarrollo sostenido que nos permita recuperar las enormes brechas de productividad y crecimiento.
Con una oferta restrictiva para inversores convencionales, trazar una diagonal creativa puede ser una alternativa válida de progreso, a eso se refiere Mckinsey cuando habla de frontera de productividad, y si hay algo que debe recuperar la Argentina es precisamente su productividad.
Ahí radica la visión del líder. Necesitamos dar un salto de productividad y no sólo recuperarnos, no queremos acercarnos a la frontera de la cual nos alejamos, sino crecer exponencialmente de la mano de la disrupción.
Es cierto que recién cuando tengamos una macro normal empezaremos a jugar el verdadero partido, el que intentará recuperar el tiempo perdido y el que nos permitirá achicar las brechas con los países más avanzados.
Coyuntura y estructura, un dilema que se reedita
Mucho dijimos sobre cuánto nos van a ayudar sectores cómo la energía y la minería. Su impulso será fundamental, pero serán parte de otro todo. En este sentido, vale enfocar la mirada en la IA como impulsor de desarrollo.
Esta inteligencia implica un nuevo paradigma. El carácter de ‘revolución' determina que el mundo será diferente. Lo que se habilita con la IA son saltos en la productividad y nuevas formas de hacer, su impacto atraviesa todas las esferas, no se limita a un sector, a un proceso. La carrera de la productividad se vuelve a largar.
Según insiste el Gobierno, hoy el país tiene una serie de características que lo convierten en un potencial destinatario de parte de las inversiones en IA que ascendieron a u$s125.000 millones en 2023, de acuerdo con McKinsey.
Un clima de templado a frío, energía abundante y económica para la instalación de data centers y que la tecnología resultó ser uno de los sectores incluidos en el RIGI, con incentivos en materia fiscal y aduanera, además de garantías y seguridad jurídica para inversiones, son los factores que enumeran las autoridades a la hora de los argumentos y subrayan el principal: no contamos con una regulación de la IA como la europea.
La micro tiene un mandato: competir
Hay verdades que son indiscutibles: Argentina es reconocida por su capacidad de creación de empresas y formación de recursos de base tecnológica. Cuenta con polos o clústeres de servicios basados en conocimiento en 19 de las 24 provincias. Alta tasa de startups en general y 13 unicornios, Ecosistema Fintech de más de 300 startups. Cuenta con 103 startups deep tech (empresas basadas en descubrimientos científicos o innovaciones significativas en ingeniería), lo que la convierte en nación líder en LATAM, según el documento Deep Tech: la Nueva Ola.
Nuestro país es líder en la región en data science y se encuentra al tope del ranking en ingeniería de Sistemas y Sistemas Operativos (Global Skills Index)
Todos estos fundamentos ponen a la Argentina y a la Patagonia, en particular, en plano de seducción.
Es verdad que esto nos puede parecer una conversación lejana, pero ahí radica nuestro desafío, debemos volverla actual y trascendente. Aunque no conocemos su probabilidad de ocurrencia, sí sabemos que no es una discusión surrealista, hay elementos objetivos que la vuelven real y concreta. Veremos si de nuevo, esto será el título del diario del lunes.