De la larga lista de trampas, engaños, manipulaciones y aparatosos triles con guantes de boxeo («¿dónde está el balón medicinal?») que Sánchez ha dispuesto para mantenerse en el poder, la segunda fuga de Puigdemont es la más lacerante para el Estado, la que más daño le hace , la que no sólo deja en un pésimo lugar al prestigio y eficacia de la Guardia Civil, la Policía Nacional y del CNI (los Mossos están sometidos al férreo control del separatismo político) como pilares fundamentales de la seguridad de los españoles, sino que convierte a España en poco menos que la casa de tócame Roque, un país de chichinabo en términos de vulnerabilidad de sus fronteras y con una seguridad jurídica...
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