En el
estadio Naútico Vaires-sur-Marne hubiera dado mi vida por un paraguas. O una sombrilla. El sol pega tan fuerte que agrieta la piel. La tribuna está llena de banderas multicolores que representan los diferentes países con participantes, muchos españoles que han plantado sus tiendas de campaña en un valle cercano y se sientan en el césped a ver la regata. La grada, numerada, no deja de bailar y hacer la ola para distraer la mente del calor.
Seguir leyendo...