El líder del PSC obtiene la mayoría absoluta en un pleno que ha comenzado bajo la amenaza de suspensión por el posible arresto de Puigdemont, quien sin embargo ha escapado de los Mossos
Puigdemont reaparece en Catalunya: “Un país con una ley de amnistía que no amnistía tiene un problema democrático”
Salvador Illa no contaba con acabar el día convertido en president de la Generalitat y ya había asumido que debería esperar unos días más. Pero la política catalana es enemiga de las previsiones. El socialista ha acabado este jueves investido como president de la Generalitat, el decimotercero democrático desde Francesc Macià, gracias a una mayoría absoluta formada por su propio partido, ERC y Comuns. El PSC recupera de esta forma el Govern después de 13 años y con el objetivo de abrir una nueva etapa tras el procés.
En el discurso en el que ha reclamado el apoyo de la Cámara, de poco más de 40 mintuos, el ya president ha agradecido a sus socios de investidura, ERC y Comuns, los acuerdos firmados con ambos tras semanas de negociación. Illa ha aprovechado para mostrar su compromiso total con los pactos que le han llevado al Palau de la Generalitat y que ha sido especialmente duro para ERC por el rechazo de buena parte de sus bases.
De los acuerdos alcanzados, Illa ha destacado la defensa de la “financiación singular”, en alusión a los republicanos, y de la “fiscalidad de izquierdas”, como guiño a los Comuns.
Illa ha dejado claro desde el inicio del pleno que entiende la debilidad con la que nace su Govern. Los pactos firmados, ha dicho, “son de investidura, no de legislatura” y por eso ha asegurado ser consciente de que necesitará seguir buscando acuerdos para cada nuevo paso que desee dar. “Así lo haré”, ha prometido Illa, que ha anunciado que desea “extender la mano” a todos los grupos, incluido Junts, la CUP o el PP, pero ha dejado fuera de forma explícita a los que utilizan un “discurso de odio”, es decir, Vox y Alliança Catalana.
En su turno de réplica, Albert Batet, líder de Junts, que será el principal grupo de la oposición, ha cargado contra Illa al que ha tachado de “president sucursalista” debido a que los acuerdos por los que le han investido dependen del cumplimiento en el Congreso, no en el Parlament.
Pero Batet se ha focalizado muy especialmente contra ERC, a quien ha acusado de haber “asumido las tesis del PSC” y haber abandonado la convicción independentista.
Por su parte, ERC ha asegurado que el suyo es un “sí vigilante” a Illa, que solo podrá consolidarse si el gobierno socialista cumple con sus compromisos. Una idea similar a la de los Comuns, que han remarcado los acuerdos en clave social a los que han llegado pero que también han lamentado no haber alcanzado consensos en materias como la ampliación del aeropuerto. “Seremos oposición en esos ámbitos”, ha advertido Jéssica Albiach.
“Catalunya ha de mirar adelante, no puede perder el tiempo y ha de contar con todo el mundo”, ha proclamado Illa ante la Cámara. Una frase que podía leerse en clave social, en la línea del “no dejaremos a nadie atrás” que ha pronunciado en otro momento, pero también dirigido a una masa social independentista que se siente muy lejana de esta investidura pero a la que Illa ha intentado no disgustar con sus palabras desde el atril.
Pero una parte importante del independentismo estaba este lunes pendiente de otro acto menos oficial pero igualmente histórico: el regreso de Carles Puigdemont a Catalunya después de siete años sin pisarla.
La vuelta del expresident se daba por hecha, después de haberlo prometido varias veces, como también su detención, que era un trámite que los Mossos no podían saltarse. Si este arresto ocurría, la coalición formada en torno a la investidura de Illa, formada por PSC, ERC y Comuns, habían pactado que permitirían la suspensión del debate parlamentario, siempre con la línea roja de que hubiera una fecha para retomarlo.
La sorpresa ha ocurrido poco antes de las 10 horas, minutos después de la aparición de Puigdemont, enérgico pero claramente nervioso, en el acto que reunía a sus fieles para darle la bienvenida, a solo unos metros del parque de la Ciutadella, que alberga el Parlament. El líder de Junts ha hecho acto de presencia, ha hablado brevemente pero, en vez de acudir hacia la puerta del parque donde se esperaba que los Mossos le dieran el alto, ha desaparecido, según las pesquisas policiales, en un vehículo al que han perdido la pista.
Durante el resto del día, el caos se ha apoderado de la conselleria de Interior y de los Mossos d'Esquadra, que han desplegado una 'operación jaula' tanto en las salidas de Barcelona como en puntos sensibles de las carreteras de Catalunya, todas ellas infructuosas. Además, los Mossos han detenido a dos agentes del cuerpo, acusados de ayudar a Puigdemont a escapar en su vehículo, y tienen previsto citar a políticos como Jordi Turull.
Las críticas tanto al dispositivo de los Mossos como a los responsables operativos y políticos han arreciado a lo largo del día, lo que se suma al fuerte malestar del Gobierno con la situación.
Tanto durante la campaña como después, Puigdemont prometió a los suyos que estaría presente en el pleno del Parlament. Pero finalmente no ha sido así, y no porque haya sido detenido sino porque ha optado por no intentar acceder a la Cámara, precisamente para evitar un arresto.
Esto sin embargo no ha evitado que Junts haya tratado de parar el pleno en varias ocasiones. Poco después del discurso inicial de Illa, Junts han registrado una petición de reconsideración para dejar debate en suspenso, bajo el argumento de la “anormalidad política” que suponía le dispositivo de los Mossos y las detenciones. La Mesa ha rechazado esta pretensión.
En una segunda acometida de Junts, la formación ha vuelto a reclamar la cancelación del pleno bajo el argumento de que habría una orden de detención contra su secretario general, Jordi Turull, una información incorrecta ya que, según los Mossos, se buscaba al político únicamente para tomarle declaración.
La intentona filibustera ha decaído finalmente y poco después de las 16 horas el pleno se ha retomado.