La revitalización del Partido Demócrata ha traído de vuelta la emoción a una campaña que parecía entregada a los republicanos tras una espiral de dudas sobre la capacidad de Joe Biden para vencer a Donald Trump.
En las casi tres semanas completas que lleva la candidatura de Kamala Harris en reemplazo del actual mandatario, sin embargo, los sondeos muestran que ahora sí el juego es más cerrado y que, cuando faltan 90 días para las presidenciales, cualquiera de los dos podría resultar vencedor.
Después del pésimo desempeño de Biden en el debate a finales de junio, las encuestas en los Estados indecisos mostraron una caída pequeña, pero significativa para él, y suficiente para que su propio partido emprendiera una campaña mediática y a nivel interno para que se retirara de la carrera. Hasta ese momento, algunos demócratas poderosos coqueteaban con la idea de una Convención Nacional abierta en la que varios candidatos se presentaran. Pero en una jugada de ajedrez que solo 50 años en la política podía prepararlo para tomar, Biden decidió endorsar a Kamala Harris, su «impopular» número dos.
A pesar de nunca haber brillado particularmente en la Administración Biden, la figura de Harris ha ganado fuerza (en parte a regañadientes) porque con 59 años ha devuelto la «juventud» a la candidatura y brindado una cuota de diversidad por sus orígenes que ha energizado a las bases demócratas.
Ahora que ambos candidatos han presentado a sus fórmulas a vicepresidente, con Harris de la mano del gobernador de Minnesota, Tim Walz, y Trump, junto al senador de Georgia JD Vance, la carrera se concentra en los Estados clave, considerados así porque tradicionalmente han apoyado a opciones de ambos partidos, realmente dejando el resultado final en sus manos. En esta elección esos son Pensilvania, Arizona, Georgia, Nevada. Wisconsin y Michigan. Otros como Virginia y Carolina del Norte también parece que no están claros.
En Wisconsin y Michigan, donde según las encuestas más recientes Trump y Harris van empatados con 49% de intención de voto cada uno, tanto JD Vance, en representación de los republicanos, así como la dupla demócrata, han sostenido mítines en las últimas horas con la intención de seducir a los votantes indecisos.
Para la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Virginia Jennifer Lawless, «en esos Estados en disputa, hay dos grupos de votantes que importan. El primero son los votantes de base. Los demócratas y los republicanos tienen que asegurarse de sacar a sus electores en todos esos Estados en disputa». La académica explica que se trata de lugares donde las bases partidistas están más o menos igualadas, haciendo que los independientes cobren una relevancia particular. Para la experta, Harris deberá hacer «todo lo que pueda para aumentar la participación electoral entre los demócratas, y luego tiene que luchar por aquellas personas que todavía no se han decidido», dice, aludiendo a que este es un trabajo más sencillo para los republicanos, cuyas bases tienden a movilizar más efectivamente el voto.
De acuerdo con análisis estadísticos de medios como NPR, en lo que a delegados del Colegio Electoral -el sistema mediante el cual se elige al presidente de EE UU–, Trump tiene actualmente una ventaja de 268 frente a los 226 de Harris en el mapa electoral, poco menos de los 270 necesarios para ganar la presidencia. Trump había liderado en los Estados del Muro Azul de Pensilvania, Wisconsin y Michigan antes de la salida de Biden, pero con su retirada la pelea por los votos vuelve al rin.
Por otra parte, parece que las ventajas de Trump en los estados del «Cinturón del Sol» de Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada se han reducido a la mitad desde que Harris llegó a la carrera por la presidencia debido al mayor entusiasmo demócrata y su atractivo entre los votantes más jóvenes y no blancos. Aun así, el republicano conserva una ventaja pequeña pero consistente. Eso podría cambiar si Harris continúa con su impulso, pero en este punto, están ligeramente en la categoría de «republicanos inclinados».
Lawless analiza este panorama haciendo referencia a que en estos 90 días «ambas partes tienen que estar preocupadas por todo. No es posible que en el transcurso del último mes hubiéramos esperado lo que hemos visto. No hubiéramos esperado un debate como hizo Biden, no hubiéramos esperado un intento de asesinato, no hubiéramos esperado que un presidente en ejercicio decidiera que no busca la reelección y no hubiéramos esperado que JD Vance emergiera inicialmente como una figura tan convincente en la política y caer tan rápido. Así que estaría muy nerviosos en ambos lados del pasillo, no se sabe qué puede pasar», asegura a LA RAZÓN, concluyendo con que «la gran sorpresa obvia de octubre sería algún tipo de crisis de política exterior», sentencia.
Así las cosas, la matemática electoral hoy apunta a que los caminos potenciales para que Harris alcance los 270 delegados pasan por ganar alguno de los estados del “Cinturón del Sol”, siempre que se tenga asegurado el “Muro Azul”.
Mientras tanto, para Trump, Pensilvania y Georgia son victoria innegociables si quiere sellar la victoria, porque llegaría exactamente a 270 con estos dos estados sin tener que ganar en Carolina del Norte, Arizona, Nevada, Wisconsin o Michigan.