Bulnes, un encantador rincón de Asturias, se erige como una de las localidades más aisladas y pintorescas de la Península
El pequeño pueblo de Bulnes (Asturias), perteneciente al concejo de Cabrales, destaca por su inaccesibilidad. En una era donde la conectividad es casi omnipresente, Bulnes se mantiene al margen de las rutas de transporte convencionales. Los visitantes no pueden llegar en coche, moto ni bicicleta; la única forma de acceder al pueblo es a pie o a través de un funicular.
El funicular, conocido como el tren cremallera, es una de las pocas formas de llegar a Bulnes. Este medio de transporte asciende por una empinada canal de montaña desde Poncebos, superando un desnivel de aproximadamente 400 metros. El viaje en funicular, que tiene un coste de 22,16 euros por trayecto, ofrece a los viajeros unas vistas panorámicas espectaculares y una introducción al entorno natural que rodea el pueblo. Dada la alta demanda, se recomienda reservar con antelación.
Para aquellos que prefieren el senderismo, Bulnes también puede ser alcanzado a pie. Existen rutas desde Poncebos, como la que atraviesa el Canal del Texu, la cual toma cerca de dos horas. Estas caminatas no solo proporcionan una manera activa de llegar al destino, sino que también permiten disfrutar de la belleza natural del entorno.
Una vez en Bulnes, los visitantes son recibidos por un escenario que parece salido de un cuento de hadas: casas de piedra, calles empedradas y paisajes que inspiran tranquilidad. A pesar de su tamaño y aislamiento, el pueblo cuenta con algunos servicios esenciales, como bares, restaurantes, albergues y hoteles, que permiten a los turistas disfrutar de una estancia cómoda en medio de la naturaleza.
Bulnes no solo es notable por su belleza y aislamiento, sino que también cuenta con una de las parroquias más remotas de España. Este aislamiento ha preservado su carácter auténtico y ha convertido al pueblo en un destino atractivo para quienes buscan escapar del bullicio cotidiano y sumergirse en un entorno natural y tranquilo.
