La primera ministra de Bangladesh renunció y abandonó el país el lunes 5 tras semanas de protestas contra un sistema de cuotas en los empleos públicos que derivaron en violencia y se convirtieron en un desafío más general a sus 15 años en el poder. Miles de manifestantes asaltaron su residencia oficial al día siguiente de que casi 100 personas murieran en las protestas.
La marcha de la primera ministra, Sheikh Hasina, amenazaba con crear aún más inestabilidad en el país, que ya lidiaba con crisis como el alto desempleo, la corrupción y el cambio climático. Situado en la frontera con India, Bangladesh enfrenta ahora un futuro incierto.
Horas después de que medios locales mostraran cómo la asediada líder subía a un helicóptero militar con su hermana, el jefe del Ejército de Bangladesh, el general Waker-uz-Zaman, anunció que planeaba pedir consejo al presidente para formar un gobierno provisional.
Prometió que el Ejército se retiraría y abriría una investigación sobre la letal represión que impulsó la indignación contra el gobierno, y pidió a los ciudadanos tiempo para restaurar la paz.
“Tengan fe en el Ejército, investigaremos todas las muertes y castigaremos a los responsables”, dijo. “He ordenado que ni el Ejército ni la policía hagan ninguna clase de disparo”.
“Ahora, el deber de los estudiantes es mantener la calma y ayudarnos”, añadió. También se reunió con políticos de oposición, incluido el líder del ahora ilegalizado partido Jamaat-e-Islami, y con miembros de la sociedad civil antes de hacer su declaración.
Las protestas comenzaron de forma pacífica cuando estudiantes frustrados pidieron el fin de un sistema de cuotas para empleos públicos, pero después evolucionaron hasta convertirse en un desafío sin precedentes contra Hasina y su partido, Liga Awami.
La mandataria de 76 años fue reelegida para un cuarto mandato en enero en unas elecciones boicoteadas por sus principales rivales, lo que puso en duda la libertad y justicia de los comicios. Miles de opositores fueron encarcelados antes de la votación, y tanto Estados Unidos como Reino Unido tacharon el resultado de poco creíble, pese a las defensas del gobierno.
Hasina había fomentado los lazos con países poderosos como India y China. Durante su mandato, las relaciones con Estados Unidos y otros países occidentales se deterioraron ante las preocupaciones de estos por las violaciones de derechos humanos y de la libertad de prensa en el país.
Sus rivales políticos la habían acusado en el pasado de volverse cada vez más autocrática y de amenazar la democracia del país, de mayoría musulmana y con 170 millones de habitantes. Muchos señalaron que los disturbios eran el resultado de esa tendencia autoritaria.