Al Brujo te lo puedes encontrar cualquier día en un parque de Madrid practicando yoga ante la mirada estupefacta de los guiris. Pero es que para un hombre libérrimo, que se permite decir lo que piensa, no existe mejor gimnasio que la anchísima calle, donde el sol te brinda su compañía y si te entra sed puedes beber del morro de una fuente. Inquieto y fértil, alterna distintos espectáculos –«Mi vida en el arte», «Iconos o la exploración del destino», «El viaje del monstruo fiero»– y ha hecho de su vida una gira perpetua.
En un mundo devorado por las imágenes, reivindica el valor de la palabra. En concreto, la magia del verso. Del buen verso.
Sí. Trabajo un aspecto del teatro clásico que está más relacionado con la narrativa que con lo teatral. Hago textos, donde soy un narrador oral, sobre cualquier cosa. Está conectado con una tradición del teatro clásico del Siglo de Oro español que era el bululú, un actor solitario que recorría los caminos y hacía una especie de show donde lo importante era escuchar el verso.
¿Un buen verso es un buen beso? Cito uno de Miguel Hernández que tiene ambas cosas: «Hundo en tu boca mi vida».
Eso es maravilloso, sí. Miguel Hernández era de una profundidad increíble. Tenía sencillez, pero era muy contundente e intenso. Los grandes poetas lo dicen todo en una frase.
Actor es el que actúa, pero la actuación excelente, sublime, es aquella en la que no se interpreta, se es. Pienso en Brando en «El padrino».
Lo que son las conexiones de la vida. Esta noche he soñado con Brando y tú me lo citas… Brando era Brando y podía hacer lo que le diera la gana. Cobró lo que quiso y les amargó la vida a los directores con los que trabajó. ¿Era un genio? Genio es alguien a quien la sociedad le ríe la gracia. La gente se rinde ante una determinada figura, un icono, y lo nombra genio, y a partir de ahí se convierte todo el mundo en un felpudo.
¿No existe entonces el genio puro, es una proyección de la gente?
La palabra viene de lo que eres por tu ADN. Los que sacan lo que llevan dentro, a pesar de todas las presiones y prejuicios de la sociedad, y tienen éxito por alguna razón astrológica. Y porque hay gente que tiene éxito y otra no, y punto. Cuántos Picasso habrá habido y no nos hemos enterado... La diferencia es que uno entró en un contexto y triunfó. Pero hay cuadros de Picasso que son para darle una mano de hostias, ja, ja, ja.
¿El actor de teatro es el último romántico? Sólo el amor lo impulsa.
Es muy romántico, idealista y caprichoso. Somos infantiles, porque nos emociona actuar y queremos hacer la obra a toda costa y salir ahí a exhibirnos. Pero el teatro está contra las cuerdas de una manera total. Ha tenido tres momentos muy jodidos. La crisis económica, con Zapatero; la recuperación de la crisis económica con los recortes de Montoro, que puso el IVA del teatro al 21 % y el del fútbol al 10, una aberración que la sociedad entera toleró. Y, por último, el covid. Hay actores de compañías pequeñas que actúan por lo que quieran darles. Me han hablado de políticos que llegan a ayuntamientos y se hacen con Cultura y tienen una especie de espíritu vengativo contra los actores, porque piensan que todos somos revolucionarios y de izquierdas. Y yo soy de centro derecha, ja, ja, ja. De centro derecha el lunes; de centro, el martes, y de izquierdas según dónde tenga que trabajar.
El ministro de Cultura considera que la tauromaquia no es arte sino barbarie y le ha retirado el premio, ¿acierta?
Es arte, pero un arte bárbaro. Ahora, quitar el premio es un acto un poco dogmático e hipócrita, como son muchas veces la izquierda y la derecha. ¿Es por el maltrato animal? Pero ese día el ministro va a un restaurante y se come una ternera que no ha caído del cielo. Se la ha matado en un matadero de una manera más cruel que a un toro, que se le da una gloria especial en la corrida. Estás haciendo política, pero un poco miserable, sectaria, pequeña, como la que se hace ahora. Política de grupito, dogmática. Suscribir una serie de cosas, como decir «ciudadanos y ciudadanas», «nosotros y nosotras», «estoy contra los toros»... Pero las cosas siguen estando igual. España ha sido un país de ir a misa a comulgar para que el otro vea que eres católico. Y ahora pasa esto mucho, pero con la progresía.
Esta sección se titula «¿Tienes fuego?». Señor Álvarez: ¿tiene fuego?
Fuego tenue, fuego que ilumina. La luz de los místicos es el fuego en estado de pureza.